Diario de León
Esplendor en la historia y el paisaje

Esplendor en la historia y el paisaje

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León

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Josefina Aldecoa (La Robla, 1926-Mazcuerras, 2011) vinculaba siempre La Robla a los años de aprendizaje, de escuela. No en vano, ella pertenecía al gremio, con todo el Estilo del mundo. Como su madre, su abuela. Y La Robla ha sido siempre así. Un lugar para iniciarse o realizarse. Una puerta que da a la ciudad, a escasa media hora, o a la imponente montaña central. En fin, toda una escuela. Y en lugar de ser dos opciones cerradas, La Robla se diversifica de tal manera que es un punto de llegada y arranque para todo tipo de actividades. A través del Ayuntamiento, el tejido social del municipio se mueve en torno a la cultura, el patrimonio y el turismo, junto a las consabidas fuentes económicas presentes y las que ya forman parte del pasado. Se hace pueblo con el pueblo y se muestra al visitante con orgullo y hospitalidad. La Robla es, en definitiva, un no se lo pierdan.

La Robla demuestra su pulso e ímpetu y haciendo honor a su nombre y etimología siempre agasaja. Con un paisaje descomunal, invita a un paseo por lo que constituye una comarca llena de idiosincrasias. O sugiere ese aire literario sentimental de ser incluso pionero como punto de partida al recordar el viejo tren.

La Robla es destino de leoneses, asturianos, vascos... Porque no todo se trata de irse, sino que su caso es el de un destino seguro.

Ha llegado a tiempo a todas las opciones de turismo al aire libre, en cuanto a puntos de interés, rutas, cultura... que lo hace ser más que un lugar eventual y lo reivindica como sitio para quedarse. Y puede decirse que como punto turístico es tan convincente como a descubrir.

En términos generales, las cuatro estaciones parece que hicieron su ensayo general en esta tierra, porque todas lucen en su esplendor y fuerza. De un otoño multicolor al frío necesario del invierno, pasando por la siempre prometedora primavera o el incontestable verano. La Robla tiene algo que decir.

Y los núcleos rurales, sus pueblos, con propuestas a mitad de camino entre lo urbano y lo tradicional, echan el resto en forma de casas rurales, bares, restaurantes, terrazas, merenderos, piscinas... Hasta el mal tiempo convencional es buen tiempo en La Robla.

La cueva paleolítica de Alcedo, los castros y el yacimiento de Fenar remiten a la España romana y los tiempos de Almanzor. La Ermita de Celada es un siglo XIII que abre la posibilidad de ir más atrás para llegar al IX en las ruinas del Castillo de Alba.

Pero dando un triple salto histórico, La Robla es un referente en el que hay restos testimonio de la Guerra Civil, o más recientemente de su pasado industrial, del carbón que se fue.

Alcedo de Alba, Brugos de Fenar, Candanedo de Fenar, Llanos de Alba, Olleros de Alba, Puente de Alba, Rabanal de Fenar, La Robla, Solana de Fenar, Sorribos de Alba son una alineación que no ofrece dudas. Que podrían ser perfecta residencia para sumergirse en la ensoñación de vivir en plena montaña sin perder el contacto con el inevitable medio urbano, y por proximidad y posibilidades hacerlo de manera convincente.

Pero en lo turístico, La Robla es un espectacular lugar de veraneo, que camina con fuerza hacia esa referencia en la provincia para convertirse tanto en alternativa como elección, por ejemplo, para las próximas fechas vacacionales o el verano que aún espera lejos.

Hay bosques, robles centenarios, las citadas rutas de turismo, eventos sociales que miran hacia los ciudadanos que viven todo el año pero que dejan la puerta abierta para dar la bienvenida al visitante.

Las Barreras (Solana de Fenar), Formación geodésica de apariencia similar a las Médulas bercianas, de las que se dice que sus arenas y barros tienen propiedades curativas para las enfermedades reumáticas. El área recreativa de El Rabizo, para todos los públicos. El merendero y cascada de Olleros. El Acueducto El Encañao, en el paseo de La Pontona. El Puente Romano. Hasta obra Vela Zanetti... En definitiva, La Robla es una escuela total.

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