Diario de León

Un salón de moda en medio del horror

l La historiadora Lucy Arlington presenta ‘Las modistas de Auschwitz’

Imagen de las vías de tren que conducían a los prisioneros judíos hasta el campo de concentración

Imagen de las vías de tren que conducían a los prisioneros judíos hasta el campo de concentración

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León

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carmen naranjo

Las modistas de Auschwitz, editado en español por Planeta, es el título de este libro en el que se cuenta la vida de un grupo de mujeres «resistentes y esclavizadas que diseñaban, cortaban, cosían y arreglaban ropa para las esposas de los mandos de las SS, creaban preciosos vestidos para las mismas personas que las despreciaban y las consideraban seres infrahumanos», indica la autora en su libro. Desde que supo de la existencia de este taller de costura, la británica Lucy Adlington inició una investigación a partir de una lista de nombres incompleta, ya que no había mucho material para documentarse. Cuando había desistido de encontrar algo más, escribió una novela para adolescentes ambientada en una versión ficticia de ese mismo taller titulada La cinta roja. Y fue entonces cuando comenzó a recibir correos electrónicos desde diversas partes del mundo que le comunicaban mensajes como: «Mi madre fue modista de Auschwitz» o «Mi abuela llevaba el taller de confección de Auschwitz». Con una de ellas pudo hablar, «una testigo directa de un lugar que ejemplificaba las espantosas contradicciones y crueldades del régimen nazi»: Era Bracha Kohút, de soltera Berkovic, que tenía 98 años cuando se entrevistaron y que murió el 14 de febrero de 2021 en California.

En su testimonio, en documentos, pruebas y recuerdos relatados por ella o por sus familiares está basado este libro, en el que Adlington relata las vidas de estas mujeres antes de llegar al campo de concentración, lo que vivieron en él y como para ellas «coser era defenderse de las cámaras de gas y los hornos crematorios». Dos de ellas, Marta Fuchs y Hunya Storch, eran modistas en Praga antes de la guerra. En la Alemania de entreguerras, el sector de la moda tenía alta presencia judía y sufrió como los demás sectores el proceso de la arianización, explica Adlington.

Aproximadamente el 80 por ciento de los grandes almacenes y las franquicias eran propiedad de judíos alemanes en esa época de entreguerras. Pero con el auge del nazismo se apartó a todos los judíos del sector textil y para ello se creo la Adefa, el acrónimo en alemán de la Federación de Fabricantes Alemanes Arios de la Industria de la Ropa. En el campo de concentración Marta Fuchs era sirvienta de Hedwig Höss, la esposa del comandante en jefe de Auschwitz, y un día que esta hizo saber que necesitaba que la confeccionasen un abrigo de pieles a partir de varias piezas, la costurera le dijo que ella sabría coserlo.

Así se convirtió en costurera a tiempo completo, en un taller de costura que Hedwig Höss puso primero en un desván de su casa y, más tarde, cuando las demás esposas de miembros de las SS empezaron a envidiar sus ropas, en el establecimiento de moda que ideó usando a mujeres prisioneras en Auschwitz. Llegó a haber en el taller una libreta negra de encargos con una lista de espera de seis meses, incluso para las clientas más influyentes de Berlín. La prioridad eran las clientas locales y, por supuesto, Höss.

Eel destino de muchas de esas prisioneras pasó a depender de los caprichos con la ropa de las esposas de los miembros de las SS, indica la autora, que explica cómo, aunque el sistema de explotación del campo estaba pensado para depauperar y destruir a los internos, Marta Fuchs lo utilizaría para intentar salvar a sus compañeras. La intención de Fuchs fue siempre que hubiera el máximo número posible de prisioneras, «que cuantas más mejor acudieran a aquel refugio del sótano», indica la escritora. En un intento de escapada al final de la guerra murieron tres de las modistas. Pero algunas de ellas pudieron recuperar lo más parecido a una vida normal tras lo que habían padecido, como Marta, que abrió un salón de costura en Praga. al que se unieron tres de sus compañeras.

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