Diario de León

SANTOYO, EL EXRECTOR APASIONADO DE LAS JOYAS DE PAPEL

El ‘Manuale secundum consuetudinem Astoricensis ecclesiae’, impreso a dos tintas en rojo y negro, se conserva en la Universidad de Harvard. Esta joya de papel tiene una rocambolesca historia. Contiene numerosas páginas con anotaciones musicales y una xilografía única sobre la Crucifixión

El ‘Manuale secundum consuetudinem Astoricensis ecclesiae’, impreso a dos tintas en rojo y negro, se conserva en la Universidad de Harvard. Esta joya de papel tiene una rocambolesca historia. Contiene numerosas páginas con anotaciones musicales y una xilografía única sobre la Crucifixión

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León

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Veinte años de investigación, el rastreo de cientos de documentos por todos los archivos y bibliotecas del país, las consultas en la British Library de Londres, la Houghton Library de la Universidad de Harvard, la Österreichische Nationalbibliothek de Viena, la St. John’s College Library de Oxford, la Württembergische Landesbibliothek de Stuttgart, la Biblioteca Nazionale Baidense de Milán... miles de horas dedicadas a la investigación de la historia de la imprenta en León, 500 años apasionantes que el profesor Julio César Santoyo, filólogo, anglista, traductólogo y exrector de la Universidad de León recopila en un volumen que está casi listo para entrar en imprenta. Un trabajo minucioso que le ha permitido dar con algunas joyas de papel desaparecidas, 1.900 textos de todo tipo que salieron de las imprentas de León, Astorga, Sahagún, Ponferrada, La Bañeza y Villafranca del Bierzo, libros de valor incalculable desperdigados por todo el mundo, desde la Biblioteca de Harvard al Museo Británico, de la Biblioteca de Washington a la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla, de Australia a Milán, de León a Huelva. Una «colosal aventura», dice Santoyo, que comenzó con otro libro en sus manos, ‘La imprenta en León’, publicado en 1902 por Clemente Bravo Guarida, que salvó para la historia —errores a parte— títulos, documentos y nombres que de otra manera se hubieran perdido. Guarda Santoyo ese libro como si de un incunable se tratara, como si fuera el primer ‘Misale’ que se imprimió en León hace 500 años, medio milenio escrito a plomo en León, la herencia de aquel impresor itinerante francés que llegó a la ciudad con su imprenta móvil y su cajón de tipos para imprimir el primer libro y escribir el primer capítulo de esta historia.

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