Diario de León

«Urraca era fuerte, guapa y luchadora»

José María García Osuna publica un libro sobre la primera «reina y emperador» de Europa, maltratada por la historia

León

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Odiada y maltratada por la historia, Urraca I de León fue la primera reina de Europa por derecho propio. Fuerte y valerosa, se divorció de Alfonso I El Batallador. El escritor García Osuna enmienda ahora la ‘mala prensa’ de una mujer que fue emperador.

Fue la primera reina de Europa y se puso el mundo por montera. «Urraca era fuerte, guapa y luchadora». El médido y escritor José María García Osuna vuelve a las librerías con uno de los personajes más sorprendentes de la monarquía leonesa. No oculta su admiración por la reina Urraca, maltratada por la historia. Se enfrentó a la iglesia, a los nobles y a su marido. García Osuna considera que es una de las primeras feministas de nuestra historia. En su quinto libro, titulado Urraca I de León. Primera reina y emperatriz de Europa (Lobo Sapiens), que llega a las librerías esta semana, traza el perfil de una mujer que estuvo por encima de las expectativas de su tiempo.

«Es un personaje esencial en la Alta Edad Media de Europa», afirma el escritor, que ya dedicó un libro a Alfonso VII, hijo de Urraca, una reina que, en su opinión, «rompió moldes».

JAVIER CASARES

Sin embargo, «siempre fue humillada por la iglesia y por la historia». Su vida no será un camino de rosas, sino todo lo contrario. En una Europa medieval donde se contempla con desconfianza y rechazo que una mujer ocupe un trono, sea donde sea, ella sucederá a su padre el rey-emperador Alfonso VI el Bravo de León. Tuvo que casarse por razones de Estado con el conde Raimundo de Borgoña, quien fallecería en Grajal de Campos el 20 de septiembre de 1107, con 37 años de edad; ella tenía 26 años. De este matrimonio nace el heredero al trono, Alfonso VII el emperador de León.

Entonces se torna nuevamente necesario otro matrimonio para asegurar el linaje y por las presiones de la poderosa curia regia legionense. El elegido es uno de los varones regios más destacados del momento, aunque «su psique no está a la altura de su fuerza física y de su poderío militar». Se trata del rey Alfonso I el Batallador de Aragón y de Pamplona». Para García Osuna es «un neurótico palpable». El escritor, un apasionado de la historia forense, sabe que Alfonso I era un tipo fornido, de apenas 1,61 metros de estatura. Lamenta no haber descubierto la talla de la reina leonesa.

«El matrimonio será un desastre continuo y ella no estará dispuesta a dejarse pisotear en su autoridad y en su dignidad. El matrimonio vivirá separado y enfrentado bélicamente». Ella, explica el escritor, firma siempre como «rey y emperador», para que no haya dudas de que el consorte es su marido. En la Edad Media, cuando se realizan donaciones, compras o ventas, sea a quien sea, se dice: «Con sus hombres, sus tierras, sus lugares, sus ganados...»; en cambio, Urraca siempre pone «con sus hombres y con sus mujeres...».

«Urraca I es un personaje esencial en la Alta Edad Media de Europa. Una mujer que rompió moldes»

Destacados miembros de la iglesia, como el arzobispo de Compostela Diego Gelmírez, se opusieron a que se separa de su marido. Pero no solo le abandona, sino que mantendrá relaciones amorosas plenas y satisfactorias con el conde Pedro González de Lara, con el que tendrá dos hijos documentados: Elvira Pérez de Lara y Fernando Pérez Furtado, llamado así porque le fue «hurtado» su derecho al trono imperial legionense.

Urraca fallecerá en Saldaña de sobreparto o fiebre puerperal y será enterrada en el Panteón de Real de San Isidoro.

García Osuna entiende que en su época la reina fuera conocida como ‘la temeraria’. Recorrió Muros del Nalón, Pravia y otras localidades asturianas para averiguar cómo pescaban el salmón sus súbditos asturianos.

La Crónica Compostelana caricaturiza a Urraca como víctima de amores desenfrenados, una reina que gobernó «tiránica y mujerilmente durante diecisiete años y concluyó, de parto adulterino, su infeliz vida en el castillo de Saldaña». Nada más lejos de la realidad. «Hasta Gelmirez, que odia a Urraca, admite que es una mujer inteligente y muy guapa». Era rubia y de ojos azules. Una mujer «valerosa, estupenda, formidable». A García Osuna no se le acaban los adjetivos para ensalzar a una mujer que, al igual que Livia, la esposa de Augusto, calificada como envenenadora, o Leonor de Aquitania, considerada «la gran ramera», fue juzgada arbitrariamente en un mundo gobernado por hombres. A Urraca también la ‘menospreciaron por promiscua y por mantener relaciones extramatrimoniales. «Hay que tener en cuenta que la mayoría de los cronistas de la época son eclesiásticos».

En el libro García Osuna utiliza «con todo rigor histórico, el vocablo Corona de León o Leonesa o Regnum Imperium Legionensis para referirme, no solo al Reino de León, sino a todos sus territorios dependientes o que le pertenecían, a saber: la Galicia Lucense, la Basconia, la Castilla, las Asturias de Oviedo y de Santillana, y el Territorio Portucalense, por lo tanto, en este momento histórico, todos sus habitantes son leoneses como nacionalidad global superior».

García Osuna ya trabaja en su próximo libro, que versará sobre el monarca leonés Ramiro II. Luego quiere escribir otro sobre la batalla de las Navas de Tolosa. Y, tras él, volverá a retomar la senda de las reinas leonesas con Sancha, la mujer de Fernando I, y gran benefactora de San Isidoro.

El escritor y médico José María García Osuna. RAMIRO

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