Diario de León

Bierzo

Autónomos contra la incertidumbre

Su enemigo es el tiempo que dure la paralización, porque mientras no trabajen no ingresan y siguen pagando facturas Ven lejanas, poco ágiles e inciertas las medidas del Gobierno

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«Seguimos sin cobrar nada porque los plazos son muy lentos para todo». «Estamos tirando de los ahorros pero no dan para hacer frente a los gastos más allá de mayo». «Tengo una obra empezada que no puedo terminar porque no me suministran el material, pero todo el material que he metido en ella me lo van a pasar en breve por el banco». «Nos hemos visto obligados a aplicar un erte para cinco trabajadores, pero cuándo van a cobrar la parte que ya compete al Estado nadie lo sabe». «Cambia todo de un día para otro, con nuevos requerimientos. No es tan fácil como lo pintan en televisión».

Estas son frases reales de autónomos de carne y hueso que están sufriendo en primera persona el duro golpe de la crisis sanitaria en una comarca, el Bierzo, que todavía renquea por la crisis sin precedentes en la que se vio envuelta tras el fin de la minería. Aquí, puede decirse que pymes y autónomos no salen de una para meterse en otra y cuando el consumo empezaba a repuntar, el coronavirus ha puesto la zancadilla.

Algunos han tenido que echar el cerrojo de manera obligada, otros aguantan como emprendedores sin trabajadores a su cargo, pero todos ven el horizonte negro y lo que les quita el sueño cada noche es la incertidumbre por no saber cuándo podrán retomar la normalidad, porque de volver a trabajar depende el futuro de sus negocios. La goma estira hasta que se rompe.

Si no trabajan no facturan y sin ingresos no pueden hacer frente al pago de la hipoteca de los locales, del alquiler, a proveedores... El Gobierno ha anunciado medidas importantes, grandes cifras que los pequeños empresarios solo ven en la prensa. «Las cosas van muy despacio y, de momento, ya nos han pasado la cuota del mes de marzo y sabemos que nos pasarán también la de abril. Y hemos tenido que pagar el trimestre», explica Jairo Velasco, un carpintero que ahora mismo solo puede hacer trabajos de taller y eso mientras tenga material.

«Hace quince días que inicié la tramitación del erte, fui de las primeras y sigo en ello, sin poder resolverlo y sin saber cuándo van a cobrar mis trabajadoras la parte que ya no corresponde a la empresa», asegura Laura Novo, propietaria de una peluquería con tres empleadas. «Hemos tenido que negociar con bancos, es verdad que con condiciones ventajosas, pero al final estamos hipotecándonos más. Tenemos que seguir pagando la hipoteca del local, el teléfono, los seguros y todo al mes. Al final no queda otra que pedir créditos, porque desde el momento que cerramos dejamos de facturar y las ayudas de las que se habla todavía no han llegado y cuando lleguen solo no permitirán cubrir una pequeña parte de todo», explica Paula, que regenta un negocio de decoración. Como Daniel Velasco, en su empresa de turismo activo, también han tenido que aplicar un Erte a su empleados y la indefinición es su principal enemigo.

Solo les queda aferrarse a que «esto no se alargue», asumir las pérdidas y poder empezar de nuevo. «Esperemos que la agonía no dure mucho, porque puede transformarse en tener cerrar el negocio».

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