Diario de León

Videoconferencia

Casado y Arrimadas intentan taponar la crisis abierta por el hotel de Ayuso

El enfrentamiento en Madrid aviva el distanciamiento entre PP y Ciudadanos surgido tras las últimas elecciones

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Ramón Gorriarán | Madrid
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Pablo Casado e Inés Arrimadas trataron de zanjar hoy la crisis abierta entre sus partidos a raíz de la polémica por el ventajoso alojamiento de la presidenta de la Comunidad de Madrid en un aparthotel y el presunto trato de favor al propietario de la cadena hotelera. Un encontronazo que no tendría mayor relevancia si no fuera porque ha hecho subir la temperatura del enrarecido clima entre el PP y Ciudadanos desde las últimas elecciones generales, y que tuvo su momento de tensión culminante con el apoyo de los liberales al Gobierno de Pedro Sánchez a la última prórroga el estado de alarma la semana pasada, un movimiento que dejo en tierra de nadie a los populares con una abstención irrelevante.

Los líderes del PP y Ciudadanos no se cansan de repetir que sus relaciones son "excelentes" y que mantienen un contacto fluido. Pero tuvieron que reunirse hoy por videoconferencia para evitar que el incendio de Madrid se propague a otros territorios. En teoría se reunían para blindar su alianza electoral en el País Vasco ante las próximas votaciones autonómicas en esa comunidad, pero ese asunto fue lo de menos. El meollo, según señalaron fuentes de ambas formaciones, estuvo en suturar las heridas que han abierto en las últimas semanas y, sobre todo, poner a salvo las coaliciones gubernamentales que mantienen en cuatro comunidades.

En un comunicado conjunto remitido tras el encuentro, hicieron un "balance muy positivo" de sus pactos autonómicos, a los que calificaron de "éxito". Se felicitaron asimismo por la gestión que llevan a cabo frente a la pandemia, "adelantándose en muchos casos a la actuación del Gobierno de España". Pero sin la menor mención a la crisis que atraviesa la coalición en Madrid. Los acuerdos en Castilla y León, Andalucía, Murcia y Madrid son "fuertes y sólidos", y van a durar "toda la legislatura", afirmó Casado antes del encuentro. Los pactos de coalición "están funcionando bien", complementó Arrimadas también antes de conversar con el líder de los populares. El texto conjunto posterior no hizo más que corroborar ese análisis.

Esa cordialidad en el trato y el optimismo por el futuro de sus alianzas no han impedido, sin embargo, que las diferencias entre ambas formaciones no paren de crecer. El proyecto de confluencia entre los dos partidos, acariciado con la alianza España Suma que impulsaron los populares, es un vago recuerdo que solo ha cristalizado en Euskadi. Pero la del País Vasco es una entente con un valor apenas simbólico y con escaso futuro ya que está motivada por las malas expectativas electorales de unos y otros, y no por una vocación unitaria. Sobre todo por el giro que Arrimadas pretende dar a la línea estratégica de Ciudadanos tras la dimisión de Albert Rivera Rivera tras los catastróficos resultados electorales de noviembre pasado, cuando pasaron de 57 escaños a diez. La nueva líder de los liberales ha hecho una puesta por recuperar el centro del escenario político, abandonado por Rivera en su pugna con Casado por convertirse en el partido hegemónico de la oposición.

Correturnos

El respaldo a los socialistas en la ampliación del estado de alarma ha sido el último exponente de ese viraje que ha descolocado al PP. En público no hay recriminaciones, Casado mostró su "respeto" por la decisión, pero en privado las críticas son descarnadas. Faes, la fundación que preside José María Aznar, encauza ese profundo malestar y tachó a Ciudadanos de "correturnos de la mayoría Frankestein" y reprochó a Arrimadas su afán por recuperar "foco mediático".

En este caldo de cultivo, las escaramuzas de Madrid amenazan con convertirse en una batalla en toda regla. El PP está convencido de que Ciudadanos es la mano que mece la cuna de la filtración del polémico alojamiento de Isabel Díaz Ayuso y de los supuestos contratos con el empresario Kike Sarasola. Un choque que no es más que el último capítulo de un cúmulo de enfrentamientos entre ambas formaciones desde que formalizaron en julio pasado el gobierno de coalición con el respaldo externo de Vox. Pero el vocerío sube de decibelios día tras día y amenaza con extender la discordia al ámbito nacional y a las otras tres comunidades que cogobiernan. Las amenazas vuelan de una orilla a otra, y los populares han dejado caer la posibilidad de un adelanto electoral, hay quien dice que coincidiría con los comicios en Euskadi y Galicia, pero los liberales no niegan que vayan a presentar una moción de censura contra Ayuso de la mano del PSOE, el partido más votado en las últimas elecciones autonómicas.

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