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El cierre de la hostelería amenaza el futuro de 10.000 trabajadores en León

El sector teme que si la crisis se alarga más de un mes será imposible mantener el empleo

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Si el Estado de Alarma se extiende más allá de la Semana Santa, que ya está perdida, los hosteleros lo tendrán muy difícil para levantar la el vuelo después de tanto tiempo cerrados. Tampoco podrán cumplir con las condiciones subrayadas en el Real Decreto para aplicar los Ertes masivos que ya se están dando en un sector que solo en León da trabajo a diez mil personas.

Todos engordarán estos días la lista del paro para cargar al erario público una parte del impacto que sufrirán lo autónomos y pequeños empresarios de la provincia, parte fundamental del tejido económico de esta tierra, yerma de grandes industrias.

 

Nadie sabe cuánto tardará en recuperarse el consumo una vez se haya vencido al virus. «La gente está muy preocupada, sobre todo los pequeños empresarios, los propietarios de un bar o una tienda. El panorama es complicado», explica desde su casa Martín Méndez, presidente de la Asociación de Hostelería y Turismo de León, que pasa buena parte del tiempo colgado al teléfono «resolviendo dudas».

 

«Preguntan, principalmente, por cómo se presentan los Ertes y si tienen que pagar las cotizaciones sociales, que no es el caso», aclara. En este sentido, cree que las medidas aprobadas por el Consejo de Ministros son «insuficientes» y que las facilidades dadas para realizar los ajustes laborales pueden ser «un caramelo envenenado», avisa.

Les exigen que no haya despidos durante seis meses. «Si vamos a perder negocio, habrá que prescindir de gente. No queda otra», lamenta Méndez, quien quiere dar un margen de confianza a los responsables públicos porque «nadie estaba preparado para esto». Espera que, si la situación dura más de lo previsto, como parece, se apruebe un nuevo paquete de ayudas para rescatar a un sector que ha sufrido «un auténtico mazazo» con la pandemia.

«Seguimos afrontando gastos, hemos perdido la Semana Santa, que era un balón de oxígeno después de los meses malos del invierno, pero el temor ahora es quedarnos sin la temporada de verano. Nosotros vivimos del turismo, de los peregrinos, de que haya gente por el casco antiguo», señala. «Si esto se alarga más de la cuenta mucha gente se quedará en la calle porque el comercio y la hostelería estaban ya muy achuchadas, pero confiamos en que entre todos lo vamos a solucionar», deseó.

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