Diario de León

Desconfinar a la carrera

La ciudad arranca a tres velocidades

Después de 50 días, el estreno de la «nueva normalidad» llena las calles de corredores y paseantes pero con respeto a franjas y edades

En La Candamia se saltaron el cordón. FERNANDO OTERO

En La Candamia se saltaron el cordón. FERNANDO OTERO

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Cincuenta días después, la calle volvió a ser de todos, pero no al mismo tiempo. La jornada que inauguró la bautizada como nueva normalidad madrugó a seis de la mañana para arrojar al asfalto a los corredores, a los ciclistas y a las parejas que salieron a pasear, que fueron mayoría. Se abrió «la puerta de toriles» y salieron «como si no hubiera un mañana», según advertía José Huerga, entre estiramientos al lado del río, al filo de las nueve y media, en mitad de un tránsito continuo de mallas de colores, mascarillas embocadas a media cara y muestras de que la primavera, este año, se conquistó el 2 de mayo con un desconfinamiento a la carrera.

Luis Hidalgo, con sus 86 años bien llevados. FERNANDO OTERO

Se notó que «la gente ha estado encerrada», como advertían Sara García y Lidia Redondo, de 16 años, que estrenaban las salidas. Se vio que «el miedo hace que la gente se aparte» para guardar la distancia, como incidía el excapitán del Ademar Tomás García. El catálogo daba para todos los modelos: los opositores a Policía Local que buscan «no perder la forma», como Isidro Melón, Samuel Marcos y Rubén López, que se cruzaron con la atleta Marta Fernández en la pasarela de San Marcos; los matrimonios, como el de Carlos Ramos y Ángela López, que reseñaban que «todo el mundo se mira con cuidado»; los chavales que hacen parkour , como Miguel Chico, a saltos en la segunda terraza del río; los aficionados al pedaleo, como Alberto Flecha, que se cayó «de la cama directo a la bicicleta»; y los aficionados a la nueva movilidad, como Alicia Martínez, montada en los patines y con la perrina Vera como motor de tracción. Igual en la ribera del río que en La Candamia, en el canal de Carbosillo que en La Granja: gente, mucha gente, a los que se sumaron las colas de los supermercados.

Alicia Martínez y Vera, ayer junto al río. FERNANDO OTERO

Pero, a las diez en punto desaparecieron todos. El paseo lo tomaron los mayores de 70, como Luis Hidalgo, que había hecho guardia delante de la puerta a la espera de que marcara el reloj su hora, después de «dos meses de desgastar el pasillo arriba y abajo»; como Orencia Fernández, que no tiene «miedo»; y como Carmen Fernández del Río, sentada en un banco de la Condesa con su hija, Noemí Montañés, tras «52 dos días sin salir» porque empezó «antes».

A las 10 desaparecieron los deportistas para dar paso a los mayores. FERNANDO OTERO

Con el mismo sigilo que aparecieron se fueron los mayores pasadas las doce. La tercera franja fue para los pequeños: para Borja de Pablos y su padre, que iban «por un lado», y su madre, Silvia Llamazares, y el pequeño Bosco, «por otro»; o para Pablo Ayala, que echa «de menos el colegio» porque se aburre, a pesar de tener «cuatro hermanos mayores en casa».

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