Diario de León

SUCESO CORRAL | 66 AÑOS

«Pongo la olla, coso y salgo de paseo siempre que puedo»

León

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Para Suceso Corral Díez, de 66 años, perder del todo la vista hace tres años supuso un cambio drástico en su vida. Llevaba más de 40 años con problemas pero tras la última operación todo se vino abajo. «Siempre he sido muy activa y me llevaba todo por delante», recuerda.

Tres años hace de ese episodio. Y año y medio desde que se desenvuelve por sí sola -”aunque la familia prefiere que vaya acompañada-” para viajar desde Boñar a León todos los viernes por la mañana en el tren de Feve y asistir a las clases de memoria de la Once.

«Si viviera en León vendría todos los días, pero estando en Boñar con este día me arreglo», explica la mujer. En año y medio de sesiones espaciadas consiguió dominar la técnica de manejo del bastón y el itinerario entre la estación y la sede de la Once, que se conoce al dedillo aunque de vez en cuando aparezcan trampas inesperadas como nuevos baches en la acera.

En Boñar, baja hasta la iglesia (luego su marido la espera en un bar cercano) y haciendo buen tiempo, por la tarde retoma el paseo que siempre hacía antes de perder la vista. La primera vez se desorientó pero volvió sobre sus pisadas y consiguió encontrar la ruta.

Además, la rehabilitadora le ha enseñado a manejar la aguja de ciegos y «coso algún botón y hago moños», toma con un cazo las medidas de agua para poner la olla y lo único que no se atreve a hacer en la cocina es poner la sartén. Se encuentra cómoda en la parte baja de la casa y por las noches retoma el camino que realizó durante 23 años para ir a dormir: las escaleras. «Enseguida me lancé, no quería el bastón porque creía que no me hacía falta y ahora no lo suelto. Me da la vida. Incluso si voy con gente necesito el bastón por mucho que a veces se empeñen en decirme que no me hace falta».

Suceso Corral estuvo trabajando de asistenta hasta un mes antes de quedarse sin vista, pero no tiene pensión porque nunca estuvo asegurada. «Ahora soy yo la que necesito ayuda. Una mujer viene todos los días una hora y con ella hago la compra y salgo de paseo», explica. «Ha sido muy duro...», confiesa.

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