Diario de León

Las filtraciones del cauce de tierra y la desidia impiden que el agua sirva a los riegos en el tramo final de la presa

La presa del Bernesga sufre el acoso urbanístico tras 800 años de historia

La comunidad de regantes exige un caudal ecológico y la puesta en valor de la histórica presa

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A. Gaitero
León

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La presa del Bernesga, que ha regado huertas y prados desde Campo de Santibáñez a Vega de Infanzones durante más de 800 años, sufre ahora el acoso urbanístico en el alfoz de León y la desidia del olvido en los municipios por los que discurren sus 38,5 kilómetros de cauce: Cuadros, Sariegos, San Andrés, León y Vega de Infanzones.

La presa, con una concesión de 3,6 metros cúbicos por segundo, se seca en verano, cuando más falta hacen los riegos en las últimas huertas de la vega, y aparece colmada en invierno por recoger las escorrentías de las aguas de lluvia. Las filtraciones que sufre el cauce de aluvión son una de las causas de la escasez de agua en verano para regar las huertas a partir de Villabalter y Armunia.

Pero no la única: «En agosto pasado la Confederación Hidrográfica del Duero nos pidió que bajáramos las compuertas para mantener el caudal ecológico del río Bernesga», explica el presidente de la comunidad de regantes. La construcción de la presa de Casares todavía no ha surtido el efecto esperado, pese a que a partir del 20 de agosto, asegura Aguas del Duero, se desembalsó agua ante la crítica situación del cauce del Bernesga, por el que apenas fluían 20 litros por segundo a su paso por la capital leonesa.

Más allá de las vicisitudes con el agua -”a la que tienen derecho regantes y 17 molinos instalados en su mayoría a mediados del XIX-” la presa del Bernesga sufre, sobre todo, las consecuencias de la transformación urbanística y superpoblación del alfoz, ligada al decaimiento de su fin primordial, el riego de 700 hectáreas áreas en Sariegos, Azadinos, Villabalter, San Andrés, Trobajo del Camino, Armunia, Trobajo del Cerecedo, Vilecha, Onzonilla y Grulleros.

De huertas a solares

La presa tiene seis metros de anchura de cauce y tres metros de banzo a cada lado para servidumbre y conservación del cauce, que en algunos puntos han sido invadidos por urbanizaciones, como ocurrió en Trobajo del Camino. «La gente ve las fincas como solares y ya no como tierras de labor», apunta el presidente de la comunidad.

La presa se ha convertido en parte de la vía de evacuación de municipios de algunos municipios y plantea problemas de inundaciones durante las avenidas invernales, especialmente en Armunia y San Andrés. Además, el vertido incontrolado de residuos -”denuncian los regantes-” provoca contaminación de las aguas, con los consiguientes daños sobre las pocas hortalizas que se cultivan aún en sus vegas.

Otro de los problemas del cauce histórico es el deficiente aprovechamiento de las aguas porque al tratarse de un cauce de tierra el agua que se filtra, no sólo provoca pérdidas sino que además eleva la capa freática del entorno de la presa, lo que supone otro inconveniente en los núcleos urbanos.

«La presa fracasa porque ya no funcionan los molinos», sentencia Mauricio Hidalgo, copropietario de uno de los cuatro molinos que aprovechaban la fuerza motriz del agua de esta presa para moler trigo y pienso y que, hasta la época de la posguerra, proporcionó electricidad al núcleo de Trobajo del Cerecedo. El molino de La Calzada se reconstruyó en 1927 sobre los restos del antiguo ingenio, que fue pasto de las llamas. «Mi abuelo, José Hidalgo López, de familia de molineros, vino desde Alcoba de la Ribera», señala. Al término de Armunia pertenecía también la fábrica de harinas Alfageme, que funcionó con la presa.

Corredor verde e histórico

«La presa debería ser un corredor verde desde su origen hasta su desembocadura que los ayuntamientos y la Diputación deberían aprovechar», agrega el secretario de la comunidad. Sin embargo, hasta ahora, han hecho las normas urbanísticas ignorando la existencia del cauce histórico, que en sus primeros tramos mantiene una fauna de calidad, como son las nutrias y el cangrejo de señal.

El Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo, que redacta un nuevo plan urbanístico, ha incluido la presa del Bernesga en el sistema general, de modo que cada desarrollo urbanístico tendrá que presentar una propuesta de acondicionamiento de la presa. Según el concejal de Urbanismo, Manuel Rubial, la incorporación al sistema general es una garantía de que en el futuro el municipio se ocupe de mantener el entorno de la presa.

La comunidad de regantes tiene guardado en el cajón un proyecto el encauzamiento y acondicionamiento de la presa del Bernesga que presentó hace tres años al anterior alcalde de San Andrés, Miguel Martínez. No ha recibido respuesta.

La solución pasa por «respetar los derechos de los usuarios» y por el encauzamiento de la presa con materiales naturales, realización de paseos laterales en lo que ahora son los banzos, pues una vez encauzada la presa pierden su función para el almacenamiento de la llueza (lodos). También se propone el vallado de la presa para evitar accidentes y plantar árboles de hoja caduca (álamos, cerezos...) cada diez metros para dar sombra a los paseos.

38,5 kilómetros y 19 millones

El proyecto, cuyo coste total para los 38,5 kilómetros, asciende a 19 millones de euros, contempla que el fondo de la presa sea forrado con lajas de piedra caliza, al igual que los paseos. Para los márgenes de la presa se propone el uso de la misma piedra caliza en escollera.

«La piedra, además de evitar las pérdidas de agua y eliminar el coste de limpieza, permitirá recuperar la fauna acuícola», asegura la comunidad, ya que cangrejos y pequeños peces «encontrarán refugio entre las piedras y podrán disponer de un hábitat adecuado». Las obras tendrían que hacerse por fases y con la implicación de municipios y Diputación, que tienen acceso a ayudas de la comunidad europea. La comunidad de regantes propuso aportar el 20% del coste total.

«Se trata de un proyecto que deberían consensuar todos los ayuntamientos afectados para actuar de manera uniforme sobre este cauce histórico», señala la comunidad de regantes. Pero la actitud que ven es de desidia y olvido: «sólo nos exigen que la limpiemos y no se ocupan de los propios problemas que generan, como los vertidos de aguas sucias a la presa», lamentan.

La Confederación Hidrográfica del Duero tampoco les ofrece soluciones. Sólo ha planteado la revisión de la concesión, a la que los regantes no quieren renunciar. Es más, exigen que se mantenga un caudal ecológico mínimo de 0,5 metros cúbicos por segundo y que en el estío se mire sólo hacia el río y se ignore la presa. «León se creó en torno a esta presa que, como mínimo, es de origen medieval pues es donde estaba la población», sentencia el presidente de la comunidad de regantes.

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