Diario de León

LEONESAS DE AYER Y HOY. URRACA I DE LEÓN

La reina leonesa que encaró el maltrato

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ana gaitero | león

La que iba a ser primera reina de León, la mujer que estrenó el trono en las Españas y posiblemente entre las monarquías europeas, Urraca, llegó al mundo en la capital del reino un día de San Juan. Era el 24 de junio de 1081 y en su destino no estaba escrito que iba a ser reina.

Tampoco formaba parte de los planes del reino. Así que lo tuvo todo en su contra. Alfonso I el Batallador, su segundo esposo, la «insultaba, pegaba, daba puñetazos y patadas», subraya el historiador Ricardo Chao Prieto, autor de Historia de los reyes de León, y la nobleza de su tiempo la presionó hasta lo indecible para que renunciara al trono.

Urraca no se doblegó. Su coraje y empeño la han convertido, en las crónicas medievales como la Historia Compostelana, «en un personaje negativo». Pero a los ojos de la sociedad del siglo XXI es considerada una mujer «valiente, que tuvo que ser muy echada para adelante y hacer frente a un mundo de hombres», precisa el historiador.

Como en aquellos tiempos la principal misión de las mujeres, particularmente las nobles, era casarse y tener descendencia a Urraca la comprometieron desde niña. Lo que hoy sería un matrimonio forzado, en el siglo XI era lo normal en las incipientes monarquías europeas. Así que su padre, Alfonso VI, y el conde palatino Guillermo I arreglaron el matrimonio entre Urraca de León y Raimundo de Borgoña cuando la leonesa tenía ocho años de edad.

Cuentan las crónicas que el matrimonio no se consumó hasta que Urraca no tuvo la edad, aunque no precisan cuál fue. Lo que se sabe es que dio a luz a su primera hija, Sancha, en el año 1102, cuando contaba 21 años. Alfonso, quien se convertirá en Alfonso VII, el Emperador, nacería tres años después. Sus días transcurrían según los cánones de la época y su padre les entregó a ella y su esposo el reino de Galicia mientras que a su hermana Teresa y el esposo, Enrique de Borgoña, le correspondió el condado Portucalense, que con el tiempo se convertiría en reino de Portugal. A los 26 años se queda viuda.

Pero lo que cambió realmente el rumbo de la vida de Urraca fue la muerte de la muerte de su hermanastro, Sancho, quien a pesar de ser descendiente ilegítimo de Alfonso VI, por ser hijo de su amante Zaida, era el llamado a sucederle.

El monarca se había casado cinco veces pero en busca de hijos varones sin lograrlo y con la muerte de Sancho no tuvo más remedio que designar a Urraca para futura de reina de León. Aunque lo primero que hicieron en la corte leonesa fue buscarle un nuevo marido, pues no concebían que una mujer reinara sin un hombre a su lado, cuenta Chao que Urraca I de León «confirmó el Fuero de León sin casarse», lo cual ya es un mérito para una mujer de aquel tiempo. Fue a la muerte de su padre, en 1109.

El matrimonio con Alfonso I de Aragón, conocido como el Batallador, no le trajo nada bueno. A nivel personal y como esposa, Urraca fue víctima de todo tipo de vejaciones. Como reina, tuvo que soportar episodios tan duros como la rebelión de Santiago de Compostela donde acosada por una multitud «echaron al barro y se especula incluso con que fuera violada», apostilla Chao.

Tuvo que luchar contra su marido y también contra su hijo, Alfonso VII. Todos recelaban de ella y todos ansiaban su trono. Pero, al contrario que otras reinas, como Berenguela, nunca abdicó ni cedió a las presiones. «Eran misóginos en un mundo misógino, así que el problema no era otro que ser mujer», añade el historiador.

Durante su reinado, que se prolongó hasta 1126, «no paró quieta». Tan pronto estaba en Galicia como en Sahagún o Palencia. Aunque no sufrió muchos ataques musulmanes y consigue algunos avances en las posiciones, no le daban tregua. Su marido llegó a encerrarla en la fortaleza de Castellar en el año 1111 con el fin de arrebatarle el trono, con el apoyo de su cuñada Teresa de Portugal y del marido de ésta Enrique de Borgoña.

Una de las cláusulas del matrimonio desplazaba a su hijo del trono, pues los cónyuges se dieron potestad uno sobre el otro sobre sus respectivos reinos —lo que supone un antecedente, cuatro siglos antes, de la unión de Aragón y Castilla— y declaraban heredero al hipotético hijo varón que engendrarían. Así que pronto despertó los recelos de los nobles gallegos que apoyaban la sucesión de Alfonso Raimúndez. Contra estos ataques se refugió en el monasterio de Sahagún.

Urraca no tuvo ninguna descendencia con Alfonso, de quien se especula sobre su tendencia sexual, y a la muerte de la reina, ocurrida en Saldaña, Palencia, en 1126, cuando sólo tenía 45 años. Sus restos se trasladaron al Panteón de los Reyes de San Isidoro, con lo que se recuperó la tradición rota por su padre. Y su hijo Alfonso fue proclamado rey al llegar de Galicia.

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