Diario de León

| Crónica | Fíate más de las termitas... |

«Según el polígrafo, mienten»

Reivindicación firme y ambiente pacífico y festivo no están reñidos. Así lo demostraron ayer los vecinos de Grajal en una ciudad abarrotada de sorprendidos turistas

Los vecinos siguieron la concentración con curiosidad

Los vecinos siguieron la concentración con curiosidad

Publicado por
María Jesús Muñiz - toledo
León

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Trepaban por una de las empinadas cuestas que invaden la zona histórica de Toledo en ordenado grupo turístico, cuando a la entrada de la plaza de las Capuchinas se vieron acorralados por una nube de cámaras de televisión y micrófonos. «Ya llegan», gritó alguno de los periodistas que esperaban al grupo leonés, y todos se lanzaron para tomar las primeras imágenes de la protesta en la cuesta. Pero no eran los leoneses, sino un más que sorprendido grupo de turistas que continuó perplejo, entre las risas de los medios de comunicación, la visita detrás del guía contratado. Poco después, precedidos de algunos policías que se unieron a los que habían rodeado el acceso al convento, llegó la auténtica delegación de Grajal. Esta vez no había dudas: hasta carracas con banderas leonesas y pancartas hicieron saber a Toledo que los leoneses habían llegado a reclamar lo que consideran suyo. Porque el tira y afloja entre los vecinos de Grajal y las monjas que durante más de un siglo fueron sus vecinas ha levantado gran expectación entre los medios de comunicación. La protesta no defraudó: durante dos horas los leoneses cantaron himnos religiosos (eso sí, con letra compuesta para la ocasión), corearon consignas y blandieron pancartas sin desmayo. Una protesta tan ruidosa y llamativa como tranquila y casi festiva, si no fuera por el objeto de la visita. Las pancartas y folletos que agitaron continuamente los vecinos de Grajal eran un compendio no sólo de la exigencia que hacen a las carmelitas que hasta hace pocos meses convivían con ellos; sino del sentimiento de todo un pueblo. Defraudados, engañados, dolidos. Así se sienten. Y lo expresaron con tanta claridad como originalidad. Madre carmelita, en Grajal no hay termita; Grajal no se calla, devuelvan las tallas; Nos vamos a llevar las tallas a Grajal; Toledo, escucha, Grajal está en la lucha ;... Esas, las clásicas. Pero también se vieron y escucharon ripios que no dejaban a las religiosas en muy buen lugar. Desde un contundente Superiora, expoliadora hasta un actual Madres carmelitas dicen que las tallas son suyas... Según el polígrafo mienten . Y otras consignas no menos dolidas, como esta: ¡Me expolias...! ¿Y me amenazas?; o esta otra: Grajal, qué bien os ha tratado y qué mal habéis quedado. Muchas de estas perlas fueron pegadas a las puertas del convento, allá donde los policías no impidieron el paso: Fíate más de las termitas que de las carmelitas; o El demonio era un ángel... pero se hizo malo ¡cuidado! Las críticas por parte tanto del secretario de la orden capuchina como del alcalde se centraron en la superiora de la congregación, «sor Mari Paz en la religión, en la vida real Isidora». «Es una pena que después de 125 años tengamos que acabar así, pero así funcionan las cosas cuando hay dictaduras. Yo he sido elegido y llevo de alcalde 16 años, Julián es secretario de la orden por elección desde hace doce años,... Pero ¿quién ha elegido a la superiora? Está puesta a dedo. Y ya sabes lo que pasa, cuando menos cuenta te das se sale el puchero». Francisco Espinosa se lamentaba del pago que han dado las religiosas al trato recibido por el pueblo durante más de un siglo. Julián Rodríguez recordaba un texto escrito por la madre Adelaida, fundadora de la congregación, a finales del siglo XIX: «Dijo que vendría una monja mala que destruiría la fundación, y que en esos momentos sería bueno tener un frasco de humildad». Profecía o casualidad, ahí queda la recomendación para sor Mari Paz y sus hermanas. Mientras, el alcalde resume con contundencia el sentir del pueblo: «Ya pueden aflojar, si no, la van a ver gorda. Nosotros por las buenas sí,, pero por las malas no vamos a ceder nunca». Sigue el pulso.

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