Diario de León

Una cruz con dos caras

A pesar de que las apuestas han bajado considerablemente, el juego mantiene su pulso sustentado en la llamada de la Semana Santa y siglos de tradición.

Imagen de un corro de chapas en la provincia, una tradición que pervive año a año.

Imagen de un corro de chapas en la provincia, una tradición que pervive año a año.

Publicado por
a. g. puente | redacción
León

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Un corro, el baratero, monedas de cobre, pujas y dinero. Elementos esenciales del juego de las chapas, una tradición arraigada a la Semana Santa leonesa. A caras o cruces y una apuesta, la suerte está echada.

Su orígenes se remontan a la época de la muerte de Cristo en la Cruz, cuando los soldados romanos que le ajusticiaron se jugaron su túnica; otros historiadores, sin embargo hablan de la tradición de Judas y las monedas.

Los jugadores depositan el dinero en el suelo del corro y dicen a qué apuestan, cuando se cierra la puja, el baratero lanza al aire las dos monedas. Antes muestra las chapas cara con cara o cruz con cruz. Es el encargado de recoger las chapas del suelo. Deben salir emparejadas, es decir, caras o cruces; de lo contrario, se lanzan otra vez hasta que las dos coinciden. Y claro, ganan los que aciertan el resultado de su tirada.

Depende de cada establecimiento autorizado, las apuestas mínimas pueden comenzar en cinco o veinte euros, sobre todo ahora en época de crisis, ya que en momentos de bonanza las cifras eran más elevadas. No hay límite de dinero ni tiempo. El jugador que comienza la puja, si acierta, continúa lanzando hasta que falle, el turno pasa entonces a otro apostante.

Jugar a caras, una de las modalidades favoritas de los seguidores de esta timba, es la mejor forma de ganar, también en la que más riesgo se corre de perder. Varios lanzamientos continuados consiguiendo doble cara duplica la cifra de dinero en juego.

«No tiene nada que ver con hace cuarenta años cuando comencé a organizar corros», recalcó ayer el propietario del Bar Mónaco de La Bañeza. «Ahora juegan para pasar el rato, ambientar la tradición de la Semana Santa».

La crisis pasa factura a las chapas, al igual que al resto de los juegos de azar. Vicky García Salas, dueña del Bar Miserias de la capital, remarcó que las apuestas ya no son tan fuertes como antes y que con frecuencia cuesta cubrir las pujas que hay en el corro. «Antes llegué a ver apuestas que superaban los 13.000 euros».

La tradición en este bar de León es tal que con frecuencia organizan durante esas jornadas dos corros simultáneamente, uno ya con las apuestas altas y otro para animar a los clientes que van llegando al local. Los corros comienzan sobre las 20.00 horas y finalizan en días animados a mediodía de la jornada siguiente. «Se da cita una mezcla peculiar de gente».

«Hay pocos que ahora aguanten las apuestas fuertes», afirmó Eva Mielgo del Bar Español de Valencia de Don Juan.

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