Diario de León

Alas de fénix y un latido perenne

Cacabelos presenta un conjunto escultórico creado con la madera de los cipreses seculares que ardieron en el cementerio en mayo de 2017

Imagen de archivo de los cipreses quemados en Cacabelos antes de ser talados. L. DE LA MATA

Imagen de archivo de los cipreses quemados en Cacabelos antes de ser talados. L. DE LA MATA

Ponferrada

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El 9 de mayo de 2017, un incendio provocado por un rayo calcinó once cipreses monumentales seculares en el cementerio de La Edrada de Cacabelos. Tras varias décadas de preponderancia apuntando hacia el cielo, los gigantes verdes a los que la mitología les ha llegado a atribuir, incluso, un carácter inmortal claudicaron ante el fuego. Se quemaron pero no murieron del todo. De hecho, durante meses se creyó posible su recuperación y fueron cuidados para ello, pero la realidad acabó siendo más cruda que la expectativa y ante la ausencia de signos que hicieran pensar en un reverdecer, el Ayuntamiento de Cacabelos ordenó su tala a finales de 2020.

En un principio, la idea del equipo de gobierno cacabelense era la de relevar a los ejemplares eliminados por otros de igual condición, replantando en los tocones que quedaron sobre el suelo del cementerio. Una idea ambiciosa que no pudo prosperar por la limitación presupuestaria y también reconsiderada por la falta endémica de espacio en el camposanto. Por eso, la concejala de Urbanismo, Cultura, Patrimonio y Turismo, Inés Díaz, ideó un plan B más poético. Decidió reconvertir la madera recuperada de algunos de los ejemplares talados en una obra de arte, una escultura simbólica en memoria de los gigantes verdes caídos y de las propias almas que cohabitan en La Edrada, un espacio ya de por sí cargado de leyenda, asentado sobre un yacimiento romano y que acogió otras necrópolis a lo largo de la historia.

De materializar el plan del equipo de gobierno se ha encargado el escultor asturiano afincado en Galicia Eugenio Linares. Un artista en la talla de la madera que utiliza motosierra para dar una segunda vida a los troncos de los árboles que perdieron la primera. Así lo ha hecho, por ejemplo, con el Xardón del Perouchín de Otero (Toral de los Vados) que fue destruido por un fuerte temporal a finales de 2019.

Un mes, aproximadamente, ha dedicado este particular escultor a dar forma a la obra de La Edrada, que hoy mismo será presentada. Dos alas, como las del ave fénix, unidas por un corazón conforman la escultura y sirven también de respaldo al asiento que se ha creado sobre el tocón de uno de los cipreses. Colocada al final del cementerio, en el mismo punto en el que ardieron los árboles que flanqueaba el pasillo central, la obra pretende ser un memorial. ‘Las alas del alma’ se llama. Dos alas que recuerdan a los ángeles, sí, pero que también pretenden escapar de este concepto. «Las alas representan el alma desde la más lejana antigüedad al margen de cualquier connotación religiosa», explicó la concejala.

Linares ha trabajado en el propio cementerio, dando forma a una madera que no quedó calcinada, sino «tostada» porque «solo ardieron las ramas», afirmó Inés Díaz.

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