Diario de León

El brillo de los finales de los libros

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Carlos Fidalgo | PONFERRADA

Fascinado por los finales de los libros, contaba hace unos años Ernesto Escapa, el futuro periodista Manuel C. Cachafeiro comenzó a escribir a los 15 años a algunos de los autores que más admiraba y a los que más cerca tenía para pedirles por correo que le enviarán, manuscritas, las últimas líneas de sus obras.

Por entonces, recordaba en aquella columna el recientemente fallecido Escapa, muchos autores todavía construían sus ficciones mano y no vivían tan deprisa como hoy. Tenían tiempo de responder con otra carta manuscrita a aquel adolescente de La Robla que se dejaba caer por la central telefónica de León y buscaba en las guías las direcciones de sus autores favoritos. Así fue como Cachafeiro se hizo con un dibujo de Miguel Delibes —nada menos que una escena de caza, con perro y cazador— una carta de Camilo José Cela, que por entonces era cartero honorario y no pagaba sellos, otra del Nobel portugués José Saramago, y textos de autores bercianos como Ramón Carnicer, Antonio Pereira, o de la literatura leonesa en general, como Antonio Gamoneda. Sin contar aquel poema de Miguel Hernández, manuscrito nada menos que por el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, con quien compartió cárcel.

Cachafeiro, que con el tiempo también exploraría las vetas de la pintura y la ilustración y de la crónica taurina, escondía un coleccionista en su interior, un rastreador de curiosidades, y cuando al visitar una librería de viejo dio por casualidad con el carné de conducir del poeta José Hierro ya no lo dudó y comenzó a recopilar todo tipo de objetos relacionados con grandes autores, pasquines, fotografías, dedicatorias, periódicos amarillentos que compraba en subastas de internet con versos impresos, hasta construir «una arquitectura para aquella ficción», en palabras de Escapa. Así llegaron textos de Borges, sobres de Alberti, dibujos de Mestre, trazos del famoso bolígrafo verde de Neruda o una octavilla arrojada desde un avión en los años de la Guerra Civil para anunciar que Antonio Machado había hablado en la radio.

Y es precisamente aquella columna de Ernesto Escapa uno de los textos que forman parte y ayuda a explicar la exposición ‘Arqueología Literaria’ con los vestigios recopilados por Cachafeiro; una muestra inaugurada ayer en la Casa de la Cultura de Ponferrada por el alcalde, Olegario Ramón, la concejala de Cultura, Concepción de Vega, y el director de la Biblioteca y el Archivo Municipal, Jesús Álvarez Courel. «No son vestigios que formen parte de archivos y estamentos oficiales. Muchos se dieron por olvidados. O Simplemente estaba allí, en la papelera del tiempo», escribe Cachafeiro en uno de los textos de la exposición, convencido de que «la literatura es ante todo un gran yacimiento para encontrar respuestas».

Y ayer, después de que el alcalde reconociera la singularidad de una muestra que «vuelve sobre las imágenes del pasado» y por tanto permite «afrontar mejor el futuro», Cachafeiro insistió en la misma idea. La intención, dijo el delegado de Diario de León en el Bierzo, es que el espectador de la exposición, que permanecerá abierta hasta el próximo 27 de enero, «busque sus respuestas en los pequeños detalles».

Y a la colección de Cachafeiro, que incluye algunos vinilos históricos con versos de grandes poetas, desde Rosalía de Castro a Vicente Aleixandre, Gabriel Celaya y Leopoldo Panero, la Casa de la Cultura ha añadido alguna que otra pieza singular que encaja con la exposición, como los discos que editó en Francia el cantautor ponferradino Laurentino Fernández, de la misma generación que Amancio Prada, y que, como Cachafeiro con sus manuscritos, llegó a recibir una carta mecanografiada del Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda autorizándole a musicalizar sus poemas. Una carta fechada en Isla Negra en 1973, el mismo año en que murió el poeta. Toda una pieza de arqueología literaria, sin duda, que lo mismo ofrece respuestas que deja en el aire alguna pregunta.

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