Diario de León

Patrimonio

Las campanas de la Encina viajan para sonar mejor

Una gran grúa bajó ayer de la torre cinco de las trece que guarda el primer templo del Bierzo para su restauración en una empresa de Saldaña

Momento del traslado de una de las campanas, ayer. L. DE LA MATA

Momento del traslado de una de las campanas, ayer. L. DE LA MATA

Ponferrada

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Si la Encina es más que un símbolo para el Bierzo, sus campanas lo son más, porque durante siglos llamaron a los fieles de toda la comarca a congregarse y rezar ante su patrona. Y aunque hoy ya no tienen el mismo significado, o sí, la asociación Nuestra Señora de la Encina dio ayer el primer paso para su restauración y puesta en valor, con la bajada y traslado de 5 de las 13 que tiene la torre de la basílica ponferradina hasta una de las pocas empresas de campanas que van quedando, Campanas Quintana, en Saldaña, en la provincia de Palencia.

El traslado tiene como objetivo su limpieza y la colocación de nuevos armazones de madera que sustituyan a los actuales, deteriorados por el paso del tiempo, según explicó el secretario de la asociación, Fernando Fra. Una operación, la de bajar desde lo más alto una a una las campanas, que se desarrolló ayer por la tarde con la ayuda de una gran grúa.

Cinco campanas que, según señaló el rector de la basílica, Antolín de Cela, tienen nombre, y bastante peso, por cierto: la campana María, de 500 kilos; la de Santo Toribio, de 420; el esquilón de la Virgen de la Aquiana, de 380; la campana del fuego de Santa Bárbara, utilizada en caso de tormentas, de 450 kilos, y la de Nuestra Señora de Bécares, de 430 kilos. En un mes, más o menos, según aseguró Fra, estarán de vuelta en Ponferrada estos dispositivos que hunden su historia en la propia razón de ser del hombre desde la antigüedad. A algunas también se les cambiará el badajo para que suenen con más fuerza y se volverán a colocar dentro de una remodelación completa de la torre, donde también se trabaja en la puesta en valor de su escalera para que se pueda subir a lo más alto para contemplar una mirada inédita del Bierzo. Será también un proceso en el que también se modernizará su funcionamiento, con un nuevo sistema eléctrico de toque automático, ya que no quedan mozos que las hagan sonar como antaño, se lamentó Antolín de Cela.

Restauración
Todas las que se han llevado hasta tierras palentinas pesan entre 420 y 500 kilos

Quintana es más que una empresa ligada a las campanas. La tradición familiar de sus dueños se puede documentar hasta el año 1637, un tiempo en el que el oficio de «maestro fundidor de campanas» implicaba viajar por todos los reinos de España, trabajando y viviendo largas temporadas lejos de la tierra natal, a la que muchas veces sólo se retornaba para tomar aprendices en el oficio o cuando el fundidor veía cercana la fecha de su muerte, explican en su web. La evolución de la empresa en los últimos años ha ido pareja a la implementación de las más modernas técnicas. Las de la Encina están ahora en buenas manos.

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