Diario de León

Patrimonio minero

La Cuenca Minera de Fabero logra la categoría BIC de conjunto etnológico

El viceconsejero de Cultura de la Junta, Raúl Fernández, visitó la zona con la alcaldesa

Interior del museo minero del Pozo Julia de Fabero, donde se ofrece una visión de aquellos años. ANA F. BARREDO

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León

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Llevó tiempo conseguirlo y finalmente ayer se hacía oficial el reconocimiento administrativo. El Consejo de Gobierno ha aprobado la declaración de la Cuenca minera de Fabero, en la provincia de León, Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Etnológico. La Cuenca minera de Fabero incluye un gran número de enclaves dispersos por su territorio y en esta declaración se trata de valorar y proteger este sistema patrimonial en su conjunto. Por ello, dentro del sistema minero de Fabero se incluyen los siguientes enclaves: Pozo Viejo, Pozo Julia, Mina Alicia, Mina Negrín, Poblado de Diego Pérez y Línea de baldes e itinerarios.

La Cuenca Minera de Fabero, en la provincia de León, se configura como un Conjunto Etnológico integrado por un gran número de enclaves de evidente interés patrimonial que se ubican dispersos por el territorio, conformando un sistema de alto valor patrimonial que se complementa y enfatiza con la labor de la comunidad social, agentes activos en la tarea de conservación, transmisión y difusión. Incluye por su relevancia específica dentro del sistema minero de Fabero seis enclaves: Pozo Viejo, Pozo Julia, Mina Alicia, Mina Negrín, Poblado de Diego Pérez y Línea de baldes e itinerarios.

Patrimonio relevante
Las viejas instalaciones industriales son consideradas por su valor patrimonial singular

Surge históricamente a raíz del aprovechamiento de un sustrato geológico excepcional y favorable para la obtención del carbón de antracita, a partir de dos grandes cubetas elípticas, con eje este - oeste y cuyo centro se sitúa entre los ríos Cúa y Sil. En la cubeta septentrional, la más importante y de mayor profundidad, se desarrolló de forma continua desde mediados del siglo XIX hasta hace apenas dos décadas, una intensa actividad extractiva minera, con consecuencias en la modificación del relieve, la vegetación, la hidrología, la fauna, así como en la peculiar conformación de los asentamientos humanos y de las infraestructuras del territorio.

En consecuencia, la extracción del carbón de antracita en la cuenca de Fabero, ha dado lugar a una transformación radical del territorio así delimitado, «conformando un paisaje antropizado en el que se integran, junto al conjunto de instalaciones y edificios ligados al patrimonio histórico minero, el sistema de asentamientos poblacionales asociados, caracterizados por una arquitectura con características propias».

La minería ha generado un conjunto amplio y variado de núcleos e instalaciones industriales, separados pero interrelacionados entre sí. Desde el punto de vista patrimonial, se consideran de un valor relevante, y por lo tanto protegibles, tanto los edificios e instalaciones de dichos enclaves como la maquinaria para la actividad desarrollada en ellos, los elementos originales de señalización de los diferentes usos que ayudan a su comprensión y los elementos muebles asociados a las diferentes actividades.

El valor patrimonial singular y relevante de estos elementos se complementa con lo que aporta la comunidad social radicada en Fabero, «un grupo social cohesionado y activo, heredero –en muchos casos de modo propio y directo, y en otros generacional- de la actividad minera vigente hasta hace escasos lustros, que los convierten en agentes activos de una tarea de conservación, transmisión y difusión», indican desde la Junta de Castilla y León.

Cada uno de los enclaves presenta interés patrimonial por los elementos singulares que contiene: las galerías y pozos mineros, los castilletes para acceder al subsuelo, las salas de máquinas, los lavaderos y clasificadores del mineral, las instalaciones para los mineros, las dependencias administrativas y de gestión, los centros asistenciales y de abastecimiento y las infraestructuras viarias y de conexión de los procesos de transporte del material extraído.

También se alude a los poblados mineros al contar además con servicios e instalaciones en muchos casos promocionados y gestionados desde la propiedad, como el economato o el hospital, Constituyen, por tanto, un grupo de edificaciones e instalaciones de equipamientos.

Interior del museo minero del Pozo Julia de Fabero, donde se ofrece una visión de aquellos años. ANA F. BARREDO

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