Diario de León

Obituario

El cura que levantó el puño y la rosa

La muerte en Bayona del socialista ‘Pepe’ Álvarez de Paz, eurodiputado y gobernador civil de Pontevedra en los años noventa, diputado desde los años finales de la Transición, cierra una capítulo en la historia de la política berciana

Álvarez de Paz en los noventa.

Álvarez de Paz en los noventa.

Ponferrada

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Decía que la política es el arte de lo posible, pero no una obra de arte. El que busca la perfección en la política, que se basa en el pacto, en la cesión y en el diálogo, o no consigue nada, o abraza el mesianismo, el populismo o directamente el totalitarismo, nos advirtió. Ayer murió en la localidad gallega de Bayona a los 85 años y el socialismo berciano, el de la comunidad autónoma también, y quienes lo conocieron lamentan la pérdida de José Álvarez de Paz, un hombre que dejó de ser cura y se hizo abogado laboralista «para estar del lado de los pobres», según reconocía en una entrevista en El Faro de Vigo en 2014. Pepe Álvarez de Paz, que ha muerto acompañado de su esposa Teresa y su hijo David, pasó del sacerdocio a la política como diputado en el Congreso entre 1979 y 1987 —y allí vivió el golpe de Estado del 23F y después sabría que su nombre era uno de los señalados en la lista negra— como diputado en el Parlamento Europeo entre 1987 y 1994, y finalmente como último gobernador civil de Pontevedra hasta 1996, siempre bajo las siglas del PSOE; un partido donde se sentía cómodo porque no había perdido la fe en el socialismo.

Nacido en Noceda del Bierzo, nieto de un aceitero que recorría los caminos en un carromato, Pepe Álvarez de Paz—así firmó el libro Nombres Propios en el que resumió su vida a través de la vida de quienes le influyeron desde la infancia— estudió en el seminario de Astorga y a los 22 años ya era un sacerdote preocupado por la situación de los mineros asturianos en huelga. Pero no encontró el respaldo que pedía en la jerarquía de aquella Iglesia de finales del franquismo, un régimen que además le cerró la emisora de Ponferrada desde donde ejercía su particular humanismo de cura obrero. «Comprendí que no había espacio para mí en la Iglesia si quería estar con los de abajo en vez de los de arriba», explicó en 2014.

Ahí empezó una trayectoria como abogado laboralista en Ponferrada. Secularizado, se casó y tuvo un hijo. Y finalmente, con la llegada de la Transición encontró en el PSOE el acomodo ideológico que le permitió ser parlamentario en Madrid y en Europa.

Retirado de la política en 1996, volvió a ejercer la abogacía hasta que la enfermedad que acabó por quitarle la voz, entrado el siglo XXI, le obligó a dejar también el despacho para vivir en Bayona, al lado del mar.

Su muerte la lamentaron ayer voces del socialismo como la del secretario autonómico Luis Tudanca —«no podemos olvidar ni un minuto cuánto le debemos a gente como Pepe Álvarez de Paz», un «berciano irrepetible», dijo— el alcalde de Ponferrada, Olegario Ramón — «no mueres, te siembras, y a fe que has sembrado mucho», afirmó en sus redes sociales— o la exprocuradora Ángela Marqués. Pero también de partidos como USE Bierzo, que lo calificó de «extraordinario ser humano, referente y un ejemplo de sabiduría», o Coalición por el Bierzo en Noceda; un lugar «levantado, piedra sobre piedra» por canteros gallegos, escribió Pepe en Nombres Propios , y con vistas a la sierra de Gistredo y los Montes Aquilianos, donde ya se empieza a notar su ausencia.

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