Diario de León

Emprendedores en el pueblo

Manu, el cirujano de los Porsche, opera desde Lillo

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Ponferrada

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Lillo del Bierzo —un pueblo de apenas 600 habitantes, asentado en la cuenca minera de Fabero, castigada por las administraciones con el cierre de todas sus minas— cuenta con uno de los mejores talleres mecánicos de toda España, especializado en reparar, preparar y recuperar coches nuevos y antiguos de la reputada marca alemana de lujo, Porsche. Es, junto a la escasa hostelería local, de los pocos negocios abiertos en la localidad que dan vida y valor añadido a este espacio rural.

Manuel Quiroga Gallego es uno de esos emprendedores que está demostrando que, con conocimiento y trabajo, se puede vivir y ganar dinero en el pueblo, lejos del ajetreo de la ciudad. En Lillo haciendo una labor casi impensable para muchos: la de atraer a cientos de propietarios particulares de coches de la marca Porsche con el encargo de salvar o mejorar su Porsche.  

Manu —como es conocido— creó la empresa Motorsport y hoy, a sus 41 años, es un mecánico de referencia nacional, reconocido por fabricar piezas o modelar coches Porsche antiguos o nuevos, de los que ni el fabricante germano vende los utensilios necesarios parar recuperarlos por estar ya descatalogados.  

Llama la atención que en Lillo del Bierzo se ubique este santuario mecánico de los Porsche. Sin embargo, al llegar al pueblo y preguntar por el taller, a los vecinos ya no les causa sensación: «¡Ah, sí. Manuel, el de los Porsches, siga esa calle hacia arriba y allí lo encontrará!», me indican, como si también fuera tan normal como instalar en Peranzanes una factoría de la Volkswagen.  

Manuel Quiroga es de Lillo, estudió Técnico en Mecanizados en el Ipove de Ponferrada, la histórica Sindical. Con 22 años empezó a trabajar. Durante 8 años se dedicó a fabricar piezas en mecanizados, de coches y de otros servicios de instalaciones mineras. Trabajó en Ponferrada para Luncor, Socin o en Técnicas Mecánicas del Bierzo, en sus comienzos cerca de la ITV.  

En el 2005, Manuel compró su primer Porsche, un 964. Un tío de él, que trabajó 40 años en la Volkswagen de Barcelona, le inoculó la pasión por la mecánica y la ingeniería alemana. «Él siempre venía a Lillo de Alemania con Porsche y al final pasó esto; yo estaba trabajando, pero lo mío era la mecánica. Salía de trabajar y siempre andaba enredando con los coches, y con el primer Porsche lo desmonté y lo monté unas cuantas veces: los hay de carrocería estrecha y los anchos, los Turbo, que viene 8 centímetros más ancho, y ese coche yo lo hice ancho», explica. Compró de aquella en el concesionario de Porsche en Vigo piezas, como aletas y defensa, y lo transformó.  

Ese coche fue lo que le abrió las puertas a su especialización. Cuando Manuel se desplazaba a las concentraciones de la marca, que se organizan por toda España y en el extranjero (no se pierde ferias alemanas de referencia), sus colegas de gustos se fijaban en su vehículo. Llamaba la atención, dado que además de la mecánica, Manuel domina el manejo de la chapa. «La cosa fue a más», y así fue como levantó el flamante taller de Lillo.  

A su recinto acuden particulares de Portugal, de España y hasta de Suecia, un asturiano que le confía las reparaciones.  

CIRCUITO SOBRE MINA  

Manuel es además una de las personas que ha propuesto aprovechar la clausurada mina a cielo abierto de la Gran Corta de Fabero y convertir una parte en un circuito. Tienen hasta un estudio de costes de asfaltado por kilómetro y en el Ayuntamiento han acogido muy bien la idea, hasta el punto de que figura en el programa electoral. Este emprendedor no entiende de política y dice que sería necesario unirse todos y apostar por ese circuito.

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