Diario de León

LA 'RESACA' DEL CAMPEONATO

El Mundial sólo deja dinero a lo largo del circuito y no ‘riega’ la ciudad

Los hosteleros de Ponferrada hacen un balance enfrentado de la semana ciclista.

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MARÍA ALIJA | PONFERRADA
Ponferrada

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Ponferrada emergió ayer a la casi normalidad con resaca mundialista tras ocho días de competiciones ciclistas que han supuesto un examen para la capital berciana, sus políticos, sus ciudadanos y su hostelería. Si algo tiene claro la vox populi es que la comarca no volverá a vivir probablemente un evento de esta magnitud.

En bares, terrazas y tiendas abundan las anécdotas de esta semana ciclista, los comentarios rondan acerca de cómo se ha vivido esta experiencia barajan los pros y los contras y en la burbuja la clientela de los negocios exclama «que tranquilidad». La visión extendida de los comerciantes y hosteleros se encuentra muy dividida. Desde el entusiasmo y éxito económico de los bares que se encontraban próximos a la meta o en el recorrido del circuito a la casi indiferencia que se vivió en la parte alta hasta los dos últimos días del Mundial.

Y es que la clientela extranjera resultó ser muy fiel a los negocios próximos a donde se encontraban sus alojamientos y sobretodo al punto del circuito que habían escogido para ver todas las pruebas. De ese modo algunos bares, debido a su localización, se convirtieron durante una semana en sede oficial de aficionados belgas, noruegos, lituanos, franceses o americanos que no repararon en hacer gasto. Pero esta borrachera de visitantes no se expandió y difundió por la ciudad de forma notable, quedando localizada en torno al circuito, la plaza de Fernando Miranda donde hubo conciertos y, en ocasiones, la plaza del Ayuntamiento.

El fin de semana, cuando más personas se esperaban y efectivamente aparecieron mejoraron sustancialmente las cajas de algunos bares pero admiten que no fue la panacea y que «se mantuvo al nivel de la Encina o de un fin de semana fuerte de otras fechas del año».

Las carpas ubicadas en el plantío vivieron un auténtico desastre de público y el balance ofrecido por los hosteleros cambia drásticamente si te mueves 50 metros de puntos de gran éxito y afluencia como el Castillo de los Templarios, los locales que van desde la plaza Fernando Miranda a la de Luis del Olmo o los del Avenida de la Libertad. La rotonda del Cine también vivió en los últimos dos días del evento más vida de lo normal, con la presencia permanente de un gran grupo de noruegos y la presencia de técnicos del equipo alemán.

Si penetras en la ciudad un poco a partir de estos puntos, las opiniones de los hosteleros navegan desde la opinión de que para ellos no ha existido ningún mundial a los que no percibieron la presencia extranjera pero afirman que lo que si notaron fue una inyección de vitalidad y de moralidad en los ponferradinos y bercianos que gastaban más como lo hacían en época de bonanza. Otros en cambio, adujeron que los cortes en la ciudad los dejó sin su clientela habitual y que ésta no se vio recompensada por otros consumidores.

La ciudadanía sondeada a pie de la calle cree que el Mundial «ha sido una experiencia buena», y que «para los desastres que se esperaban en organización al final había salido de forma bastante satisfactoria». Eso sin obviar la confusión y barullo que produjeron los cortes de tráfico.

Contentos y descontentos aparte, la Ponferrada mundial comienza a diluirse en normalidad.

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