Diario de León

Tradición

Ponferrada acude al Voto de Villa contra la pandemia

Este año no hubo procesión de san Roque y la rogativa se celebró en la basílica de La Encina

Los concejales de Ponferrada, ayer en primera fila, para celebrar el Voto de Villa en La Encina. L. DE LA MATA

Los concejales de Ponferrada, ayer en primera fila, para celebrar el Voto de Villa en La Encina. L. DE LA MATA

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Como cada 16 de agosto, Ponferrada celebró su tradicional Voto de Villa para conmemorar que la ciudad venció la peste hace más de cuatro siglos. En esta ocasión fue en la basílica de La Encina y el acto cobró un significado especial por todos conocido, como es el hecho de seguir inmersos en la pandemia del coronavirus.

Instaurada la celebración del Voto de Villa en 1600, de aquella los feligreses de Ponferrada vieron salida a la peste negra rogando a San Roque para que intercediera por ellos. Y al parecer, según la tradición que hoy sigue viva, el santo ayudó en ello y, desde entonces se realiza este agradecimiento con una procesión del santo y el reparto de las primeras uvas con posterioridad.

Pero en la edición de este 2020, debido a la pandemia, no hubo procesión, ni los típicos actos que se celebraban en la iglesia de San Pedro, en el centro de la ciudad.

Todo quedó reducido a una misa en la basílica de la Encina. En este acto, el rector Antolín de Cela pidió «fortaleza y gracia» para volver a superar estos momentos difíciles por los contagios del Covid-19.

Por parte del Ayuntamiento estuvo presidiendo el acto la concejala de Fiestas, Lorena Valle, quien pedía también al santo para vencer a la pandemia, al tiempo que abogaba por «llegar a la normalidad lo antes posible».

La historia dice que durante todo el siglo XVI la villa de Ponferrada sufrió varios azotes de la temible peste negra. La más grave de las epidemias que azotaron a la ciudad se registró en 1576. Ya en agosto del año anterior había saltado la alarma entre los regidores, al comprobar que, «junto a esta villa, a seis leguas, mueren de peste». Para prevenirla, se cerraron puertas, postigos y callejos, montando guardia los vecinos día y noche para que no entrara ninguna persona con síntomas de la enfermedad, cuentan desde el Ayuntamiento.

A pesar de ello, en julio de aquel 1576 la peste entró en Ponferrada. Se abasteció a las boticas de medicinas para los pobres y se dieron dos ducados a dos barberos para que estuvieran dispuestos a sangrar y atender a los apestados.

Está recogido que a partir de septiembre, como la peste era muy virulenta y contagiosa, el Ayuntamiento de Ponferrada acordó reunirse en la iglesia de Nuestra Señora de Vizbayo, en Otero, y se optó por hacer rogativas con el fin de ahuyentar a la enfermedad, ya que nada humano la frenaba. «Y, efectivamente, parece ser que los ruegos a San Roque, patrono de este ‘negociado’, dieron fruto, porque el 12 de noviembre de ese mismo año de 1576 ya se corrió un toro en la plaza de las Eras, celebrando el fin de la plaga», significan desde el consistorio.

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