Diario de León

El rompecabezas de la última fosa de la Curva de Magaz

La ARMH rastrea la identidad del matrimonio de Cobrana asesinado en 1936 y toma muestras de ADN de uno de los hijos del antiguo marino ‘paseado’ el mismo día Busca fecha para exhumarlos a partir del otoño

Ponferrada

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Filomena Ferrera González ya había cumplido los 66 años y su marido José Souto Anido tenía posiblemente alguno más la noche en la que los sacaron de su casa en Cobrana y los subieron a vehículo junto un antiguo marino mercante de ideas republicanas, Francisco Gundín, que también residía en la localidad después de regresar de los Estados Unidos. Era el mes de noviembre de 1936 y los tres acabaron asesinados en una cuneta y enterrados en una fosa común en la fatídica Curva de Magaz de Abajo en la carretera que une Camponaraya con Cacabelos.

Cinco años después de las primeras gestiones para exhumar el que parece ser el último enterramiento anónimo en uno de los lugares más negros de la represión franquista en el Bierzo, la ayuda del Juzgado de Paz de Congosto ha permitido a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) atar algunos cabos para resolver el misterio que rodea, sobre todo, al matrimonio ce Cobrana asesinado y a sus descendientes. La ARMH, confirma su vicepresidente Marco González, también ha localizado a uno de los dos hijos vivos de Francisco Gundín, que se llama como su padre y del que han tomado muestras de ADN para facilitar la identificación del marino si consiguen dar con sus restos. Francisco Gundín padre había vivido en el puerto de Newark, en frente de Nueva York, antes de regresar a su tierra. Los nuevos avances en la investigación han permitido ahora a la ARMH encajar algunas piezas nuevas en el rompecabezas en el que se ha convertido la apertura de la última fosa de la Curva de Magaz antes de afrontar, a partir del otoño, la tarea pendiente de recuperar los cuerpos de los tres represaliados.

Nadie sabe por qué se llevaron a José Souto y a Filomena Ferrera, ambos de edad avanzada, en el momento en que los asesinos vinieron a buscar a Cobrana a Francisco Gundín. Solo cabe especular con lo sucedido aquella noche de noviembre de 1936 en la que la guerra parecía ganada para los sublevados, con las tropas de Franco a las puertas de Madrid.

Aunque la ARMH sigue sin localizar a descendientes del matrimonio, ya saben que Filomena había nacido en 1876 en Congosto y era hija de Antonio Ferrera y de Isabel González. Filomena tuvo dos hijos con José Souto; María del Consuelo y Antonio Souto Ferrera. Antonio falleció en los años 70 y hasta entonces había vivido en Congosto, donde se había casado con una mujer llamada Aurelia con la que no tuvo hijos. En Congosto no consta ningún certificado de defunción de Antonio.

Filomena Ferrera y José Souto vivían en Reinosa (Cantabria) cuando tuvieron a su hija María del Consuelo en el año 1901. En algún momento regresaron a Cobrana. Y en el vecino Congosto, a los 24 años, se casó su hija María del Consuelo con Melchor González, vecino de Santa Marina del Sil, el 20 de junio de 1925. La pareja acabó emigrando a Argentina, donde se pierde su rastro.

La ARMH también ha tomado en los últimos meses muestras de ADN de uno de los dos hijos vivos de Francisco Gundín para verificar la identidad del antiguo marino mercante si aparece la fosa que se cree se encuentra en la finca de una vivienda particular. Testimonios de vecinos una serie de fotografías aéreas históricas permite aventurar que la fosa puede estar a unos metros del trazado actual de la curva, Un lugar donde, desde el año pasado, un monolito recuerda a los 35 asesinados en ese lugar, con nombres y apellidos.

«Ahora es cuestión de encajar fechas y sensibilidades», resume Marco González. La ARMH ya cuenta con el permiso del propietario de la finca para exhumar la fosa entre noviembre y abril, cuando la casa está desocupada, y está dispuesta a contratar a una empresa de jardinería para que deje todo en perfectas condiciones tras la exhumación. Sería necesario, eso sí, realizar catas con cierta flexibilidad porque ocho décadas después de los asesinatos, el trazado de la curva ha cambiado y la antigua cuneta puede haberse desplazado también varios metros.

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