Diario de León

La petición utópica

Viaje al pueblo que amenazó con irse y le dio resultado

Un británico de Mánchester y una gallega de Valdeorras son los nuevos colonos de Fuente de Oliva y cuentan sus carencias sin anexión a Galicia

Ponferrada

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Hace mucho, mucho tiempo, —pongamos 15 días— llegaba a la Diputación de León una notificación de la Junta Vecinal de Fuente de Oliva (Balboa) en la que planteaban su amenaza de irse del Bierzo, de León y de Castilla y León para pasar a la jurisdicción administrativa y política de Galicia, al municipio lucense de Cervantes. En esa petición, los vecinos de Fuente de Oliva no planteaban que les arreglasen la pista de tierra, el agua potable o los desagües, sino que lo incluían todo mostrando su malestar por el abandono general padecido durante las últimas décadas.

Desde hace 15 días, el tema de anexionarse a otra comunidad ha sido recurrente. Han corrido ríos de tinta y tiempo de emisiones en radio y televisión. Mucho se ha hablado de Fuente de Oliva, pero muy pocos han viajado al pueblo. Este periódico lo hizo para conocer de primera mano la situación real de los que allí viven. Lo que se encontró refleja bien a las claras el descuido en el que está desde hace mucho el medio rural y, en concreto, este lugar, en donde hay una pareja que lleva tres años peleando para abrir allí un negocio de enseñanza de inglés, con talleres de verano, que les permitiría tener hijos y echar raíces en montañas idílicas de naturaleza indómita.

Para llegar a Fuente de Oliva por el Bierzo hay que viajar a Balboa. Desde allí tomar una estrecha carretera asfaltada hasta subir a Chan de Villar. Desde este pueblo, el vial se empina y retuerce aún más hasta llegar a Ruideferros. Aquí, en la última casa que habita temporalmente un amante de los gatos, se acaba el asfalto. Como el coche es bajo, queda aparcado en Ruideferros y no queda otra que una caminata a pie de 3 kilómetros por una pista de tierra. Prácticamente es llano y sólo hay un repecho antes de llegar a Fuente de Oliva.

Lo más acuciante
Las necesidades son el arreglo de la pista de tierra, mejorar la traída de aguas e Internet

El hórreo para el que se pide ayuda. M.F.

Llama la atención que han limpiado los escobales y la maleza próxima a las casas. Fuente de Oliva es una aldea de casas de piedra, de muros anchos para aislar los duros inviernos del hielo y la nieve. Es una localidad donde se respira armonía, el conjunto arquitectónico de siglos se ha respetado y corona la plaza del pueblo un impresionante hórreo, con la techumbre medio descascarillada por el paso del tiempo y el abandono. Hay huertos pequeños con repollos hermosos, el agua fluye por numerosas fuentes y arroyos. Los pájaros parecen cantar felices. Está limpio y se nota que la pandemia ha echado a la gente a los pueblos. No hay más que ver el acopio de leña y lo bien restauradas que están las casas. Las vistas son imponentes. Ver allí una puesta de sol entre montañas verdes, con los tonos de las hojas de otoño, no envidia nada a lo que se disfruta frente al mirador de Las Médulas o cualquier otro punto que se haya puesto de moda.

De Ruideferros, aquí, parte la pista de tierra. M.F.

Al llegar a Fuente de Oliva no había nadie. Pero a los pocos minutos aparece un todoterreno con matrícula del Reino Unido. De él bajan Elena Fernández y Andrew Lever. Conduce ella, con el volante a la derecha. Es de Valdeorras. Él, de Mánchester. Son los nuevos colonos de Fuente de Oliva. Compraron aquí hace 3 años un casón de piedra que están restaurando y si en un principio pretendían vivir de un centro de turismo rural, hoy esperan impartir clases de inglés y español a distancia, con talleres y cursos de verano debido a sus buenos contactos fuera y dentro de España. Tienen un perro enorme que se ve feliz al pegarse un buen chapuzón en las gélidas aguas de la fuente pública.

A pie de calle
En el pueblo se respira paz, las vistas son imponentes y los vecinos conviven unidos

Los dos esperan que las Administraciones ayuden. Principalmente lo que más necesitan es que asfalten y ensanchen un poco el camino. Cuentan que han tenido quebraderos de cabeza para transportar allí el material para la casa. Los camiones grandes no pueden llegar y los costes de construcción se encarecen. Los dos colonos de Fuente de Oliva, el inglés y la española, no quieren entrar en polémicas políticas. Se limitan a decir que en el pueblo hay unidad, que los vecinos se echan una mano para ayudar y todos están intentando reflotar el pueblo. Pero se topan con inconvenientes claros, como es el hecho de que llegan a su casa por un camino de tierra y no tienen Internet. La captación del agua también la ven mejorable. Al final se suman a la conversación Pepe Núñez y Fernando Cerezales, pedáneo. Cuentan que ya un presidente de la Junta visitó el pueblo y les prometió ayuda. «¡Y hasta hoy!», esperan.

Los huertos con repollos de temporada. M.F.

Fernando Cerezales y Pepe Núñez en su aldea. M.F.

 

 

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