Diario de León
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León

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¬¬¬¬¬Me llamo Natieli Santos ¬¬ Todavía en León me recordará alguna compañera de las carmelitas, o algún amigo de la juventud, o porque era hija de “los de Caramelos Santos” o porque puse en el año 80 el Café Luna… Este mes estoy salvada. El día 10 ya he cobrado el subsidio de mayores de 52 años de 426 euros y todavía me quedaban 35 euros. Aunque vivo en un barrio supuestamente pobre y marginal porque tuve que dejar por desahucio el piso en el que vivía de alquiler, sin tener a dónde ir a vivir con esos ingresos y viendo cómo iba a desaparecer como ciudadana (el empadronamiento es la referencia para todo: sanidad, desempleo, los estudios de mi hija), mis nuevos vecinos conocen mi situación y no dejan de regalarme comida (suculenta, por cierto: empanadas caseras, cocido riquísimo, acelgas de la huerta, arroz con leche recién hecho…) y una amiga me hace llegar unas compras que no podría haber hecho ni en los buenos tiempos y me regala su ropa estupenda.(¡La generosidad y la solidaridad existen, de quién menos te lo esperas!) La situación para mí es desesperada. No soy capaz de encontrar trabajo. Eso se percibe oficialmente como un “fracaso”, aunque conozco perfectamente como toda la sociedad quienes y “cómo” se hacen ricos y obtienen los empleos bien remunerados. Quienes me conozcan me supondrán una vida muelle, pero la realidad es que he trabajado desde que era menor de edad en un banco para sobrevivir, me he pagado solita la carrera y soy economista, hablo francés e inglés que aprendí con 50 años yéndome sola a Irlanda gracias a tramitar el cobro del desempleo en un país europeo, he trabajado en varias administraciones públicas y en empresas privadas, he pagado íntegramente el Café Luna mientras mi madre se limitaba a cobrarme un alquiler, he fregado en hoteles, he estudiado Comercio Exterior gracias a conseguir una beca , he vivido en Madrid, Tenerife, París, Londres, Irlanda y ahora en Asturias, he criado a mi hija sola y etc, etc… Todos hemos leído la noticia de la muerte del hombre de Granada que se suicidó horas antes de ser desahuciado, por no poder pagar el préstamo que había pedido para dar a sus hermanos la parte de la herencia que les correspondía. Los hermanos dicen desconocer su situación… Y lo mismo Amaia Egaña en Baracaldo, persona perfectamente integrada… ¡todos dicen desconocer lo que le ocurría! Supongo que lo que procedería en mi caso es que me suicidase en silencio y mi familia pudiese decir que no sabía nada de mi situación, pero tengo una preciosa hija que merece saber que su madre no es la vergüenza de la familia, sino todo lo contrario. Y he decidido solicitar justicia gratuita para pedir “pensión de alimentos” a mi madre (que yo considero de justicia y no caridad), sabiendo que me exponía a la vergüenza pública de que una señora de 57 años que tengo ahora, pidiese que le alimentase su mamá. Pero (¡estarán orgullosos!) ¡Ganaron!. ¡No me tienen que dar nada! La Sentencia: Y aunque en la actualidad Doña Natividad Elisa no trabaje ni consta que sea perceptora de pensión alguna, suponiendo que puede tener dificultades para encontrar un puesto de trabajo estable, su capacidad, en abstracto, de desempeñar un trabajo impide apreciar en la demandante una situación de verdadera necesidad que es presupuesto de la prestación alimenticia, debiendo añadirse que el acceso al mercado laboral, conseguido por ella en su día, es equivalente a considerar que se goza de independencia económica al margen de las situaciones coyunturales de desempleo, tal y como se señala, entre otras, por la sentencia de la Audiencia Provincial de Tarragona de 21 de octubre de 2002. ¡Manda narices! Si yo fuese alcohólica o hubiese sido ladrona o hubiese llevado una vida depravada, mi familia tendría la obligación de ayudarme… o por lo menos podría ser declarada en riesgo de exclusión con ventajas de servicios sociales e incluso preferencia para trabajos específicos. Bonito mensaje para mi hija que está estudiando una ingeniería con matrículas de honor con una beca que obtiene por su expediente académico y por mi situación de indigencia: “No estudies, hija. Mejor roba, engaña, líate con un viejo rico…” ¡Tiempos de psicópatas sociales! ¡Pues no me pienso suicidar y no tengo de que avergonzarme! Pero vivir en la miseria es lo más triste del mundo. Sin dinero no juegas, te conviertes en un simple espectador de la vida a expensas de lo que los demás decidan que “te mereces”: Nada

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