Diario de León
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El baile del ahorcado Cristina Fanjul
León

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En un mundo en el que todos jugáramos con las mismas reglas... pero da la casualidad de que nadie lo hace. En nuestra concepción etnocentrista, creemos que los valores de la libertad, la democracia y la tolerancia deben regir en la economía, cuando la realidad es que Europa se ha convertido en poco más que un decorado que antes o después será derribado. Las grúas ya han comenzado a echar abajo parte de nuestro modo de vida, un estilo que la soberbia nos hace sentir inmortal pero que está a punto de desaparecer. El final de la historia no fue más que una añagaza con la que los imperios que nos rodean jugaban mientras creaban la ilusión de que el bienestar es inmutable. Lo mejor que podrían hacer para ir a votar el próximo domingo es volver a leer a los clásicos. Todo lo que tiene que ocurrir ha ocurrido ya. El tiempo no es un recorrido en línea recta y, además, ya llevamos demasiado camino como para no sufrir el lastre del recuerdo con el que volveremos a encontrarnos.

El primero en recordar que el pasado es contemporáneo ha sido el ministro alemán Peter Altmaier que, con su decisión de defender a sus empresas de las opas extraeuropeas, ha marcado el camino a seguir. Las fortalezas comenzaron a levantarse hace demasiados años, aunque la molicie de la irrealidad creada por el bienestar no nos deje ver que el espejismo está a punto de desaparecer.

Competimos en inferioridad de condiciones con gigantes que no tienen problemas en saltarse las reglas para proteger a sus empresas porque saben que la globalización es la guerra contemporánea. Frente a esta ampliación del campo de batalla —Houellebecq, recién distinguido con la Legión de Honor, hiperbolizaba la extensión en la linde sexual, pero su novela no deja de ser una metáfora sobre la epopeya que nos espera— podemos quedarnos a esperar el diluvio o construir un arca en el que conservar lo mejor de lo que construimos tras las guerras. Otra opción es seguir creyendo que todo esto no va en serio... y ahogarnos.

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