Diario de León
Publicado por
CORNADA DE LOBO GARCÍA TRAPIELLO
León

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P ersiste en lo suyo la pareja de torcaces que anidó en un tiesto de nuestro balcón, fenómeno rarísimo, suponemos. No les incomoda que estemos encima de ellas a pocos centímetros con trajín o regando plantas. O nos ven amigables y chuleables o nos toman por el pito’l sereno.

18 de junio : Urge un método para seguir regando el tiesto okupado y que la hortensia que parapeta el nido no quede desnuda y, por tanto, puedan las palomas aborrecer los huevos a la vista. Instalamos un rudimentario gotero; la clueca reburdia y lanza un aletazo feroz como diciendo ¡no me toquéis los huevos o hay sangre a picotazos!, pero resuelta la fontanería, regresa a su impasible incubación. Admirable.

19 de junio : Buscamos información sobre esta especie: la torcaz es de suyo silvestre y migrante para que en sus pasos pirenaicos, como en Navarra, le receten perdigonada o red. Su patria va de Marruecos-Argelia al norte europeo, pero se está haciendo urbana y sedentaria; se ve en esta ciudad, aunque jamás se mezcla con las domésticas (descendientes de bravías), y si bien picotea en jardines o calles, prefiere irse a campear grano, bellota, piñón, brote... Puede hacer hasta tres puestas al año (¿será esta de aquí su segunda?).

22 de junio : Pasaron tres días haciéndose rutina el cambio de turno en la pareja empolladora. Es sábado. En la cercana iglesia del Mercado hay boda, una de esas que creen necesario anunciarlo con cuetes y bombazos a una vecindad que ni les conoce, ni les importa un pijo y sin duda les maldice, a lo que se apunta esta torcaz espantada de muerte a cada estruendo y amagando sumarse a todas las palomas del barrio que huyen despavoridas. Creo que le calma o le disuade verme allí a su lado. Resiste. Cesado el bombardeo, se acuclilla de nuevo... tranquila, pero alertada.

24 de junio : Sigue la rutina palomera. Ciudad en fiestas. Vuelve el trueno de fuego artificial o charanga, pero ya se sobresalta menos. También va asumiendo la intolerable berrea de botellón cada finde en nuestra calle ciega. Es evidente: se hacen urbanas, son «de piso».

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