Diario de León

El baile del ahorcado

El miedo al éxito

León

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Es, en realidad, temor al fracaso. Tanta gravedad, y abandona el Congreso investido con una simple mochila cuando apenas 24 horas antes había estado a punto de convertirse en un cadáver político... Difícil elección la del aspirante a exlíder de Unidas Podemos. «Una negociación de Gobierno merece al menos no ser cutre», le dijo al presidente en funciones mientras le mantenía el semblante, lo único que podía ofrecer a unos seguidores —la nueva democracia se juega en twitter— que en estos momentos barruntan que votar al este del PSOE es una actuación de arte efímero, un ejercicio de parafernalia brillante pero fatua que no lleva a ninguna parte, a ninguna productiva al menos, y ya amenazan con la abstención. Veremos en septiembre si la lucha por el relato, esa ficción filmada a golpe de whatsapps con la que nos han entretenido en las últimas horas, logra que la nueva investidura que ya se anuncia para septiembre termine por hacerse realidad o sea, como en este caso, un duelo de apariencias.

Así están las cosas en esta nueva España di Lampedusa en la que todo sigue igual a pesar de que nada cambia porque el miedo al éxito es en realidad terror ante la posibilidad de un mal paso, de una pirueta fallida que haga que el personaje tenga que salir de escena antes de que la obra finalice.

Miedo al fracaso es la única razón por la cual Pablo Iglesias decidió ayer inmolarse antes de lo que tenía pensado, o terror a no saber si las cartas que le ofrecía Carmen Calvo estaban trucadas, o excesiva ambición o demasiado poca, temor, en cualquier caso a que el asalto a los cielos no fuera más que el umbral hacia un viaje en caída libre. Nos queda por saber quién le envió ese último mensaje que lanzó como súplica en su discurso final y que Adriana Lastra le tiró a la cara sin compasión; y nos espera la última vuelta de tuerca de Iván Redondo, el que escoltó a Pedro Sánchez de vuelta a Moncloa mientras Iglesias se arropaba con un macuto de Thule. A partir de ahora, el duelo lo ganará el que mejor sepa encubrir su negocio, que la falta de castidad sólo se oculta con cautela.

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