Diario de León
Publicado por
CORNADA DE LOBO pEDRO TRAPIELLO
León

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C reen que la única razón para que esos chavales rubitos tengan un índice de asma y alergias infinitamente menor, es su vivir en contacto con granjas, pajares y la vida del campo entre prados y cultivos con una densidad de polen que mandaría a tu crío a urgencias... son chavales de las comunidades amish de Estados Unidos, esa gente empeñada en seguir viviendo como sus antepasados colonos hace trescientos años, sin aparatos ni leches, vistiendo sarga o percal y clásicos sombreros de jipijapa, severos en su religiosidad fundamentalista, en su biblia de entrecejo, en su comunitarismo endogámico... a su bola.

Y los críos, sin asma... sin necesidad de ir cada primavera al alergólogo, como el tuyo... y para nada, pues se sigue ignorando mucho del origen de cada alergia y aún más de sus remedios, tantas veces aventurados y arruinándote en farmacia.... oh misterios.

Los críos de nuestras ciudades ya no respiran lo que antaño sus abuelos, que jamás tuvieron alergias o supieron de ellas. Tanta higiene en las últimas generaciones desorienta al sistema inmunitario heredado de esa gente que lo heredó a su vez de sus abuelos tras convivir muchos siglos con miasmas, roñas o polvos de cuadras y pajares que al final resultaron ser vacuna.

¿Y por qué sabían nuestras abuelas que la tosferina se curaba mandando caminar a los rapaces un buen trecho detrás de cada rebaño que cruzara el pueblo para que respiraran el tufo desinfectante de orines, lana y polvo?

Cada año esperas que hayan descubierto algo nuevo que ataje definitivamente las alergias de tu crío y te ha cautivado la noticia de esos niños amish blindados contra el asma alérgico... ¿qué hacer, pues?, ¿metes una vaca en casa?, ¿propones quizá que se hagan granjas junto a escuelas y colegios?... también sobran patios o gimnasios infrautilizados donde podrían criar ganao de corral o hacer huertos para que los chavales tengan un aula magistral y aprendan de la vida lo que no está escrito en sus libros y ordenatas.

¿Y la higiene?... «No te fíes de la gente que se lava mucho las manos», insistía Ambrose Bierce.

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