Diario de León

CORNADA DE LOBO

Tierra, trágatelos

Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Con los curas australianos pasaba otro tanto y más, se supo hace días al hacerse público un informe oficial, así que se nos queda corto el caso aflorado de ese cura ejemplar nuestro que metía mano a los críos en el seminario de La Bañeza... y pregunta Sócrates: ¿sólo un caso aquí y en Australia 1.200 (es la cifra de sacerdotes y religiosos católicos denunciados por abusos sexuales a menores entre 1950 y 2010)?... denuncias que a la fecha ascienden a 4.444, inquietante y picuda cifra que demuele la socorrida excusa explicatoria de ser «excepciones, casos aislados»... ¿?... 1.200 curas son mucho bulto, ¡toda una congregación!, y añádanse los 1.800 centros religiosos e instituciones donde se perpetraron los abusos denunciados (que siempre son sólo una mínima parte; la mayoría de las víctimas no se atreverá jamás a la vergüenza pública de reconocerlo o de haber callado tanto tiempo)... ¿casos aislados?... ¡epidemia!... son tantos los abusadores, que sólo así se explican los silencios y encubrimientos mutuos en las denuncias de aquellos niños que se atrevían a ello «no siendo atendidas y, peor aún, eran castigados en muchos casos», declaró la presidenta de esa comisión australiana que ha investigado este asunto a lo largo de cuatro años. Sólo en casos flagrantes se trasladaba al abusador a otro lugar, al lado a veces, sin informar al nuevo destino de la razón del traslado y brindando así una fácil reincidencia en una viciosa conducta (histórica, viene de lejos) que la propia jerarquía ocultaba para lavarla en casa sólo si venía demasiado sucia (entre esos religiosos australianos hay 93 altos cargos eclesiásticos; ¿se regían por la omertá siciliana?).

Similar cifra de curas babosos se da en Irlanda, USA, Bélgica, Francia... ¿y en España?... hay muchos casos, pero parecen pocos teniendo en cuenta que medio país pasó por centros religiosos. Y lo terrible es que a los curas se suma el mundo del deporte plagado también de abusadores. Y entre profesores. Ni los jueces libran su cuota. Pero tanta profusión y noticia tienta al tarado a probarlo: «algo tendrá ese agua cuando la bendice gente tan distinguida o piadosa». La cosa crecerá.

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