Diario de León

Tiempo para la solidaridad

Las voluntarias de Cáritas, una vida de ayuda a los demás

Ocho mujeres, Carmen Díaz, Blanca Montero, Conchita Ámez, Conchi, Isabel Pacho, Carmen, Felícita González y María, están al frente de la casa de acogida que atiende a dieciséis madres y sus hijos

Las voluntarias de la asociación Casa de Acogida de Mujeres, en su primera reunión presencial desde la pandemia. FERNANDO OTERO

Las voluntarias de la asociación Casa de Acogida de Mujeres, en su primera reunión presencial desde la pandemia. FERNANDO OTERO

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León

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La caridad se ha convertido en la única fuente de ingresos de muchas familias en España. Asociaciones como Cáritas cuidan de las personas más desfavorecidas a través de los diferentes proyectos que tienen en marcha. Uno de estos programas es la Casa de acogida de mujeres, un hogar de inserción socio laboral en el que viven 10 mujeres y 6 niños. La función principal de esta iniciativa es proporcionar cobijo a las personas en riesgo de exclusión social que lo necesiten, ofrecerles un techo y hacerles de trampolín para que las residentes consigan un futuro en el que ellas mismas puedan formar su propio hogar. En la casa se realizan multitud de tareas. Los niños van al colegio, las mujeres hacen la compra, una rutina del día a día que busca la normalidad. Ocho voluntarias de Cáritas se encargan de supervisar y apoyar logística y emocionalmente a las mujeres. Muchos días duermen con ellas en la casa, les ayudan a hacer la comida. Otros días organizan juegos y terapias para tratar de hacer algo más liviana la cruda realidad que muchas de ellas atraviesan.

«Nosotras estamos con ellas como apoyo, para que se olviden un poco de sus problemas» cuenta una de las voluntarias.

Ellas sufren las vivencias de las atendidas y afectan a su estabilidad emocional. Pero esto no es un impedimento para que estas ocho mujeres cumplan esta función social. Aseguran que en la casa hay muy buen ambiente, siempre esta repleta de risas, aunque no todo es de color rosa. Como en la vida misma, a veces hay que llorar. Las voluntarias también comentan que no solo son ellas las que enseñan a las mujeres, si no que muchas veces se ven reflejadas en ellas mismas y aprenden mucho de su propia vida y de su personalidad. La comunicación a veces puede llegar a ser complicada, ya que muchas de las mujeres residentes en la casa son de origen extranjero y apenas hablan español o inglés.

Buen ambiente
Las voluntarias entablan una relación de amistad y cariño con las personas a las que atienden

Para que el problema de la comunicación no impida la relación entre voluntarias y residentes, las extranjeras reciben clases de español e inglés, «y si no siempre queda el recurso de la mímica para que se hagan entender», aseguran.

La experiencia de muchos años de voluntariado les da herramientas para salvar cualquier dificultad. Muchas de ellas reconocen tener vocación y pasión caritativa desde muy pequeñas, pero admiten que la casa de acogida ha supuesto una completa comodidad para realizar sus funciones, y por eso algunas llevan más de 15 años colaborando en la casa. El apoyo y la comprensión son pilares fundamentales para que esta labor no sea una losa. Algunas de ellas abandonan o se apartan del proyecto parcialmente, pero siempre siguen en contacto para poder seguir recibiendo información de las mujeres. Incluso con las más de 300 atendidas que han pasado por la casa, se ha llegado a plantear una excursión organizada que sirva como reencuentro entre todas. Aunque debido a la situación epidemiológica no se ha podido realizar.

Para este reportaje se han reunido por primera vez de manera presencial desde enero de 2019. El lugar del encuentro es la sede de Cáritas Diocesana de León situada en la calle Sierra Pambley número 6, lugar donde está el edificio del Obispado en el que están abiertas las oficinas de las principales asociaciones no lucrativas de León. En este centro trabajan 23 personas que están colocadas en las diferentes áreas funcionales de la entidad.

Solidaridad
Salir de uno mismo para darse a los demás. Esta es la filosofía de muchas de las voluntarias

Las historias de vida
Desde dormir con las mujeres de la Casa de acogida a la mímica como idioma entre ellas

En la entrada se encuentran María Ángeles y Mary Carmen Díez. Estas dos mujeres de 60 años trabajan en el área técnica de atención primaria. Son las personas que criban la entrada de personas a la institución. Desde la llegada del covid este proceso se ha vuelto más complejo, porque acceder al edificio requiere un registro y una cita previa. Pese a esto, las citas y las reuniones siguen manteniendo su cauce natural y ninguna de las personas que lo necesitan se queda fuera de las ayudas.

Ángeles es una profesora jubilada y participa en más proyectos de Cáritas como ‘Caminando Juntos’, un proyecto que ya realizaba en el instituto en el que daba clase. El programa consiste en el acompañamiento a mayores en residencias, pero desde la crisis sanitaria la entrada a residencias se ha cerrado. Ella y sus alumnos han suspendido las visitas, aunque muchas veces se reúnen de forma telemática a través de zoom , ya que no puede dedicar tanto tiempo a esta asociación y ha decidido formar parte de atención primaria.

«Primero las personas»
Este es el lema principal de los programas de ayuda a personas en riesgo de exclusión social

Fidelidad y unión
Entre Isabel Pacho como veterana y María como novata hay todo un conjunto de amistades

La otra persona que está en la mesa de la entrada es Mary, que también es voluntaria en varias asociaciones, empezó a colaborar con diferentes proyectos de Cáritas desde la muerte de su hijo. Esto supuso para ella una dura perdida, y volcó su vacío en dedicar su tiempo a los demás. Reparte el tiempo que tiene disponible entre los programas y comparte para cada uno de ellos un día de la semana. El pasar tiempo fuera de casa y no pensar en su pérdida es la mejor medicina para palear los efectos de la tristeza. Siempre mantiene una actitud positiva y generosa. «A mí el ayudar me nace de dentro, es algo que llevo dentro de mí desde muy pequeñita».

Otros servicios

Al subir por unas escaleras de adoquines geométricos, comienzan la zona de las oficinas. En estas habitaciones, los trabajadores sociales y los administradores gestionan las ayudas y los recursos para las personas necesitadas. Dentro de este piso hay una habitación destinada como aula de informática, en esta sala, las personas acuden a recibir cursos o a completar sus currículums para que puedan acceder al mercado laboral.

En la reunión

En la segunda planta tiene lugar la reunión de voluntarias. Sentadas a la mesa, discuten acerca de los nuevos objetivos y los planes de la casa. La organización está coordinada por la trabajadora social Camino. «La casa está infundada por un fuerte plan de actuación, tenemos un objetivo claro, y unos procedimientos a seguir». Las mujeres de la asociación cuentan cómo empezaron a trabajar en la casa, y de dónde les viene su vocación y su trayectoria.

Carmen Díaz colabora con el proyecto de Cáritas ‘Moda red’, un centro en el que las personas pueden adquirir prendas de ropa a un bajo coste o, si disponen de cupones de compra, adquirir los productos por una cantidad simbólica de un euro. Esta asociación además dona el excedente que no se utiliza a procesos de reciclaje.

Blanca Montero, de 61 años, colabora desde joven con asociaciones parroquiales. «Cuando la vida te ha dado mucho tienes que devolverlo», cita como uno de sus dogmas de vida, al tiempo que comenta que está muy a gusto dentro de la casa, pero también recapacita en que «el trato directo a veces se hace duro si se lleva de forma personal».

Carmen tiene 47 años y tras la reunión acompañó a los de la Casa a ir a la piscina, cortesía del ayuntamiento de la ciudad. Su trabajo siempre ha estado relacionado con la colaboración en hospitales, además de su implicación directa en oenegedés internacionales. Recuerda una anécdota de una de las noches más enternecedoras que pasó junto a una mujer de 25 años que le pidió que se quedase a dormir con ella para hablar durante horas para que no se sintiera sola.

Conchita Amez, de 76 años, es enfermera jubilada. Ha trabajado anteriormente en la Diócesis de León. Cuando comenzó a buscar una ONG para colaborar, encontró Cáritas, y en esta asociación descubrió el placer de salir de uno mismo para darse a los demás.

Conchi es jubilada, también es enfermera, y su tocaya de la asociación le habló de su labor, por lo que llegó a formar parte del equipo y encontró una vocación en la institución.

Isabel Pacho, de 76 años, estuvo viviendo 37 años en Latinoamérica. Allí su vida cambió radicalmente, estuvo trabajando en diferentes profesiones, como maestra, trabajadora social, o en la autoconstrucción de viviendas y huertos ecológicos. Siempre ha sido tímida, cosa que le suponía un impedimento para lanzarse a la casa de acogida, pero Carmen la animó a formar parte del proyecto, y desde entonces ya es una pieza clave dentro del equipo. En la casa traslada muchas de las cosas que aprendió en Latinoamérica, como masajes al estilo chileno o tai-chi, conocimientos que transmite a los hijos de la mujeres que viven en el centro.

María se acaba de incorporar y junto a estas veteranas se ve capaz de aportar un grano de arena más al equipo. Es auxiliar de Enfermería y, debido a su jornada a turnos, le ha sido complicado compaginar su trabajo con su vocación. Pero gracias a las jornadas flexibles y a la voluntad colaborativa de sus compañeras en los cambios de turnos ha podido adaptarse e involucrarse de pleno con ellas.

Tras conocer un poco mejor la función de las voluntarias de Cáritas, los diferentes proyectos que están en marcha y la cantidad de personas que reciben ayudas se puede comprender mejor la difícil y útil tarea que realizan desde la asociación.

Todas las voluntarias se ponen de acuerdo en algo. Por mucha experiencia que tengan, o por mucha comprensión y empatía personal, entender a las personas y ponerse en su situación es una tarea complicada que requiere mucho tiempo. Por eso, la mejor manera de comenzar a formar parte de sus vidas es pasar tiempo con ellos y dedicarles toda la atención que sea posible, para que por lo menos en el transcurso de su estancia en la Casa, olviden los tortuosos pasados de los que vienen y se centren en un futuro prometedor y lleno de esperanza para que puedan empezar desde cero.

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