Diario de León
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La leyenda de Villarrasil

De las andanzas de un oso travieso se cuenta que pudieron colaborar con el fin de este pueblecito, cuando un bragado cazador comentó: «Sea quien sea el bisojo/ le meteré un tiro en cada ojo». Pero el pacto entre un raposo y el oso minó la determinación del cazador, al compartir entre ambos el agua que el cazador pretendía hurtar al oso, escuchándoles con enorme sorpresa la siguiente conversación:

—«Soy un abechuchín del monte, ¿me dejas beber en tu fonte?»

—«Bebe, abechuchín, bebe, no te mueras de sede».

Y de este modo, el último residente Laurentino Castillo, ‘Matalobines’, desesperanzado, decidió aficarse en el cercano Nocedo de Curueño.

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