Diario de León

Adiós al genio que sucumbió a León

Fallece el dramaturgo y Nobel de Literatura Darío Fo El polifacético autor actuó en el Teatro EmperadorS Le sedujo el personaje de Genarínt.

Publicado por
León

Creado:

Actualizado:

verónica viñas / e. gancedo | león

Rebelde, combativo, mordaz, un genio y también «un gran tipo», como le ha calificado el escritor Adonis. El dramaturgo italiano Darío Fo falleció ayer en Milán a los 90 años y la escena pierde a su talento más corrosivo. La muerte le pilló con los ‘deberes hechos’. Deja listo para la imprenta un libro sobre la «reina imposible», Cristina de Suecia. Trabajador infatigable, el pasado mes publicaba una obra sobre el autor de la teoría de la evolución, Charles Darwin, con el divertido título: ‘¿Darwin, somos monos por parte de padre o de madre?’’

En León llenó el Teatro Emperador en 1984. Fue la estrella de un Festival de Teatro que traía a la ciudad a primeras figuras de la escena y que, como otros festivales, acabó muriendo de inanición.

Ofreció una velada memorable. Vestido íntegramente de ‘luto’, siendo él mismo el único decorado, como decía un crítico de la época: «Debe haber muy pocos seres en el mundo que sean capaces de sacar adelante por sí solos un espectáculo de teatro integral como el que ofrece Darío Fo. Este actor sin límites, fabulador, histrión, comediante y caricato reconcilia al espectador con el auténtico teatro y reduce a la mínima expresión cualquier pretendida crisis en este arte».

Darío Fo se personó ante el público leonés con ‘Misterio bufo’ y acabó embarcando a los espectadores en un viaje imparable del pasado arcaico al presente, de las hambrunas medievales al papa Juan Pablo. Y lo que al final resultó verdaderamente un misterio fue que hubiera 20 butacas —contadas— vacías. Veinte espectadores que se perdieron la genialidad de un personaje tan irrepetible como Fo. En 1984, cuando actuó en León, el polifacético dramaturgo italiano era ya un genio consagrado. Sin embargo, lamentó pasar sólo dos días en la ciudad, lo que le resultaba demasiado poco para introducir en su monólogo algún detalle netamente leonés que hiciera entender al público que el suyo no era un espectáculo estático. Y adentrándose en esta ciudad de mujeres ‘empellejadas’ y muchas entidades bancarias, que sorprendieron al Nobel de Literatura, Fo se dejó cautivar por la leyenda de Genarín. De hecho, se llevó los romances del ‘santo pellejero’ escritos por Pérez Herrero con la idea de escenificarlos en un futuro.

Creía Fo que el español era «un público virgen ante la ironía», porque hace tres décadas resultaba terriblemente transgresor su discurso atacando al poder en cualquiera de las formas que se disfraza.

tracking