Diario de León

OBITUARIO

Adiós a un ilustre medievalista ‘sahagunés’

Joaquín González Cuenca durante un pregón. ACACIO

Joaquín González Cuenca durante un pregón. ACACIO

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León

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Joaquín González Cuenca lo dejó muy claro en un pregón que dio en Sahagún: el gentilicio adecuado «en nuestro pasado y presente ha de ser sahagunés». En aquel mismo inolvidable pregón destacó la querencia del sahagunés por regresar a la tierra de la que emigró, a un villa que en la actualidad alberga un conjunto de ruinas cargadas de la gloria del ayer que, en cierto modo, impiden mirar al presente en el que se debe prosperar. 

Nacido en Sahagún en 1942, González Cuenca, destacado medievalista, ha fallecido este jueves en Ciudad Real. Estudió Filología Hispánica en Madrid y Barcelona y se doctoró en la Complutense en la especialidad de Literatura Española. Enseñó en la Universidad Autónoma de Madrid y estuvo varios años como profesor y catedrático de la Universidad de León; de ahí pasó a la Universidad de Castilla-La Mancha. 

Por indicación de Fernando Lázaro Carreter, González Cuenca se inició en el estudio de los cancioneros de finales del sigo XV y principios del XVI. Con su amigo y maestro Brian Dutto colaboró en la confección del Catálogo-índice de la poesía cancioneril del sigo XV y con él editó el Cancionero de Juan Alfonso de Baena. Durante una década el catedrático leonés puso «en orden» el Cancionero General. La Real Academia Española (RAE) premió su esfuerzo designando los cinco volúmenes que integran esta obra Mejor Libro del 2005. El Cancionero General es un referente indiscutible para estudiar la poesía castellana del Siglo de Oro, ya que en sus páginas aparecen las imágenes poéticas que emplearán escritores de la talla de San Juan de la Cruz. Cuenca llevó a cabo una titánica labor de actualización del Cancionero de Hernando del Castillo. Este  librero de Segovia pasó veinte años recopilando los poemas que circulaban en España a finales del siglo XV, hasta que halló a un empresario y un impresor dispuestos a invertir en la edición de una compilación de poemas y coplas no publicadas o poco difundidas.

Fue un auténtico best seller en su época. Pero no volverá a editarse hasta 1882. No es que los lectores le dieran la espalda, sino que la censura lo orilló por contener obras procaces, blasfemas y, en algunos casos, críticas con la nobleza. González Cuenca  lo rescató en una edición actualizada.

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