Diario de León

Literatura

El almanaque triste de Avelino Fierro

‘CALENDARIO’ es el título del nuevo tratado de Avelino Fierro, un despliegue de tristrezas y recuerdos que el autor escribió durante el año de encierro y que nos presenta como la fe que alumbra el regreso al mundo de los eremitas

El escritor Avelino Fierro en la habitación propia que tiene en el ático de su casa, un museo en el que los libros y los cuadros luchan entre sí para acaparar la atención del visitante. FERNANDO OTERO PERANDONES

El escritor Avelino Fierro en la habitación propia que tiene en el ático de su casa, un museo en el que los libros y los cuadros luchan entre sí para acaparar la atención del visitante. FERNANDO OTERO PERANDONES

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Calendario comienza con el autor aguardando en un ambulatorio, «entre enfermeras de bata blanca y grageas azules y rojas, muñecos para los más pequeños, llantos y berrinches». El nuevo poema en secuencias de Avelino Fierro se escribió de viernes en viernes y de tren en tren. Y es que la obra del fiscal publicada por Días contados es doble porque, al margen, el autor compone un breve dietario que es en realidad un lienzo sobre una jornada en el Museo del Prado. No hay nada más difícil que hablar de la nada porque es lo único con lo que contamos para hacernos cada día. Y de nada en nada y de libro en libro, Avelino Fierro va levantando pequeños dietarios que son como una radiografía de su paso por esa habitación propia —la vida—en la que alumbra todos sus libros.

Realidad social

«Estas soledades, estas estancias en el hospicio de este trozo de mundo...» lamenta el escritor

No es tan sólo un tratado de estética, que también, porque el escritor se ha volcado en una vis social que en sus obras anteriores había que buscar con mayor profundidad: «Estas soledades, estas estancias en el hospicio de este trozo de mundo...» lamenta en uno de sus viajes por el barrio, paseos socráticos, diálogos caminados tras los que surgen más preguntas, «momentos que quiero fijar en estas notas para que no se traspapelen», dice.

Abre la galería de palabras Antoni Pau con un prefacio que explica el libro, la frase de Novalis: Todo recuerdo es presente.

Un marcapáginas

Ha dibujado la fotografía de Friedrich Nietzsche —la imagen en la que todos pensamos al pensar en el filósofo deicida— como sello del marcapáginas de la obra y pienso que lo hace para demostrar que, como el alemán, él no es (solo) un hombre sino un campo de batalla: «Pero pido a la memoria que no me cuente sus penas, que no me traiga ahora aquí mi vida; que no se ponga a destrenzar nada, por favor, que en este otoño rosa no venga a quebrar mi corazón, no quiera obligarme a llorar» ¡Pero si lo haces sin parar! No más el otro día me hablabas de los sacos de patatas y pienso, y del isocarro en el que hacías los repartos en la cuesta de Nava, y del día que te convertirías en fiscal, y de los compañeros de Derecho...

Recuerdos

«Pero pido a la memoria que no me cuente sus penas, que no me traiga ahora aquí mi vida»

Calendario es una confesión de tristezas. Puede que sea la edad, o que todo haya pasado porque tus noches no lo han sido tanto. Ha sido un año raro, y te pregunto por qué razón hablas de esos anocheceres hurtados, esos en las que te prohibieron los merodeos alrededor de tus cuitas y lecturas del día, de los contagios, que es al final el ingrediente básico de tu literatura. He hecho como tú y leo el libro con un lápiz para encontrar en qué palabras te apoyas para contarnos este año extraño: Alas quebradas, dolor, ojos de bruma, de desvelo, derrota, «No es gran cosa esta vida que nos hacen vivir», dices como si de verdad te lo creyeras «y está menguando la luz», antes de acabar con Schopenhauer y pensar que con cada atardecer somos más pobres en un día...

Lo dice el señor magistrado en el epílogo, que titula Un calendario de hojas y días frecuentados por la tristeza : «En este caso, Avelino Fierro, tal es su poder de sugestión, me ha hecho vivir su sentimiento como algo propio» Desde aquel primero, Una habitación en Europa, hasta el que nos hace coincidir de nuevo, han pasado siete años y me acuerdo de lo que me dijiste , que como libros leídos han pasado los días.

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