Diario de León

ANDRÉS TRAPIELLO ESCRITOR

Andrés Trapiello, actual premio Nadal: «Ni en la literatura, ni en la vida, existen los crímenes perfectos»

El escritor Andrés Trapiello regresa hoy a su tierra natal para presentar «Los amigos del crimen perfecto», la obra que le valió el último y prestigioso Premio Nadal. A las 20.15 horas hablará sobre algunos detalles de

El escritor leonés Andrés Trapiello, en su casa de Madrid

El escritor leonés Andrés Trapiello, en su casa de Madrid

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Jacinto Ruiz - LEÓN.
León

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Poeta, ensayista, articulista, novelista, editor y autor de más de una treintena de obras, entre ellas la premiada con el Nadal Los amigos del crimen perfecto, Andrés Trapiello justifica haber escrito más de cinco mil páginas de su diario. «Miro -dice- desde un rincón lo que pasa por delante, y la vida es variadísima sin moverse de tu barrio». Acepta con reparos su fama de escritor polémico. «Siempre he hablado con libertad de las cosas. He dicho que Pemán y Alberti me interesan poco, y algunos eso lo encuentran ofensivo, pero qué voy a hacer si es verdad. Ahora -bromea- mis amigos me han dicho que sea muy bueno y que me centre sólo en la novela». -Lo que nadie le niega es la gran producción literaria que posee. -Cuando a uno le gusta la literatura, lo que prefiere es escribir. Me gusta leer y traducir todo a la literatura. Incluso el contacto con el mundo, siempre es literario. -¿La vida como deformación profesional literaria? -Bueno, la vida no es nada literaria, la vida es la vida, y la literatura, en todo caso, lo que tiene que ser es parte de la vida, pero no me gustan los escritores que literaturizan su vida, que son mitómanos. -Su obra premiada suena a género negro, pese a su rechazo a considerarla policiaca. -No he negado que sea policiaca, lo que creo es que es algo más que una novela del género negro. Estas se basan, sobre todo, en un camino que va de un cadáver a un asesino y en esa senda, más o menos laberíntica, tiene que casar todo. Es como un teorema que debe estar muy bien formulado y, al final, tener una solución. No me gustan los escritores que ponen el acento en la lógica de la vida, que nunca explica nada. Las novelas policiacas, cuando se acaban de leer, dejan un grato recuerdo, pero poco más, porque el enigma ya se ha resuelto. Las verdaderas novelas empiezan a escribirse cuando ya se han terminado. El lector empieza a escribirlas en sí mismas cuando las empieza a recordar y a revivir. -Un premio es un atajo que ahorra promoción, ¿pero también cambia la vida? -Aspiro a llevar la misma vida recluida, solitaria y pacífica que me ha llevado hasta esta novela. Se ha probado que es buena, porque ha sido premiada. Lo que sí quiero es que cambie es la tendencia del lector y que incluya mis obras entre sus preferidas. -¿Sólo es bueno si se vende mucho? -Ha cambiado mucho el concepto de bondad en la literatura. En la generación del 98, todo el mundo sabía que grandes escritores como Unamuno, Galdós, Azorín, Baroja o Valle Inclán vendían muy pocos ejemplares, a veces no llegaban ni al millar pese a estar ya consagrados. También se conocía que los que más vendían en aquel momento eran malos. Había una división clara entre la buena literatura y la que se vendía. Eso es lo que el mercado ha pervertido. Ahora no hay un solo autor que tenga consideración literaria y que al mismo tiempo no venga refrendada por importantes ventas. -¿Cree que existe el crimen perfecto? -Ni en la literatura, ni en la vida. En el primer caso, porque está concebida precisamente para descubrir al criminal. En literatura lo que sí hay son criminales perfectos. Luego, en la vida, lo que hay son asesinatos no resueltos o que cuesta más descubrir. El crimen, como decía Chesterton, sólo tiene sentido como divertimento intelectual. Lo único perfecto que hay es la vida, y el crimen es todo lo contrario. -Nabokov afirma que la palabra realidad habría que entrecomillarla, que es un concepto relativo. -Todo es relativo y la realidad también lo es, pero todavía es mucho más la mente humana. A mí me gusta poco Nabokov, quizás porque tenemos conceptos de la realidad muy diferentes. Él detestaba el Quijote, porque no entiende la realidad cervantina, casi metafísica. -La obra presenta a criminales que no han pagado por su delito. -Habla de crímenes que han quedado impunes, tanto en la guerra como en la transición, y por tanto, hay unos familiares que están viendo cómo los asesinos se sientan tres bancos por delante en la misa de once. Eso ha ocurrido en España durante muchísimos años. -En «Días y noches» relata el desamparo de los que lucharon en la Guerra Civil, ¿qué aporta de nuevo? -La historia de la Guerra Civil está por hacer. Tolstoi necesitó más de cincuenta años para escribir Guerra y paz. Nuestra contienda civil no sólo no se ha cerrado, tampoco se ha contado, y, además, todavía siguen apareciendo fosas comunes. Son heridas que se han cerrado en falso y en cierto modo lo que terminan provocando es una gangrena que puede llevarse por delante a la gente. -Ha pensado en escribir esa gran obra? -Sí, desde que empecé a escribir, y, modestia aparte, me gustaría que se pareciese lo más posible a la de Tolstoi. -¿Cree que es bueno hacerse preguntas? -Sólo se puede vivir haciéndose preguntas.

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