Casado y la antropología cultural leonesa
Concepción Casado Lobato, Doña Concha o simplemente Concha, para los numerosos amigos que tenía por toda la Provincia, ha sido un referente en la Antropología Cultural leonesa. Y su obra larga y extensa es ya un clásico a nivel nacional e internacional.
Tuve la suerte de gozar de su amistad y la fortuna de beber de su sabiduría. En mi recuerdo permanecerá siempre el trabajo de campo que, en 1985 y 1986, hicimos, juntamente con Joaquín Díaz, en los Ancares. Entonces pude apreciar de cerca su ciencia, la manera de acercarse a los informantes, el respeto reverencial por los ‘sabios del pueblo’ como decía cuando se refería a los artesanos, a las recitadoras de romances o a los depositarios de la memoria colectiva. Los informantes eran para ella la base de la antropología, y había que cuidarlos como los auténticos maestros del saber. La recogida de datos era exahustiva, sin prisa, sin agobiar al informante, pero sin olvidar ninguna cuestión clave para el conocimiento y la interpretación de los modelos de vida que estudiaba.
Su primera gran obra fue El habla de la Cabrera Alta (1948), de gran repercusión en los estudios lingüísticos y etnográficos. Pero será en Imágenes maragatas Crónica de una excursión en 1926 publicada en 1999 donde aparece con claridad una de las constantes en su aproximación a la tradición: la centralidad del individuo como sujeto imprescindible en la creación, desarrollo y conservación de nuestra cultura. En Viajeros por León (1985) crea un nuevo modelo de estudio de la cultura tradicional poniendo en relación los datos de los viajeros con otros documentos de época y los testimonios que la antropóloga recoge en el trabajo de campo. La Indumentaria tradicional de las comarcas leonesas (1991) es el primer libro que se enfrenta con rigor científico a esta temática. A la descripción de las piezas añade los datos que recaba de las ancianas propietarias, completando con los archivos notariales.
Doña Concha Casado ha sido reconocida como dinamizadora del paisaje cultural por la recuperación de los palomares y pajares en la Cabrera y la rehabilitación de excelentes construcciones en Santa María del Monte de Cea. Sus dotes de creatividad museográfica y la capacidad para adaptar las ideas de la Nueva Museología a León, quedan patentes en obras de primer orden como el Alfar Museo.