Diario de León

Cúpulas laicas en el cielo de León

Manuel de Cárdenas importó un estilo arquitectónico dominado por las mansardas y las cúpulas que cambió para siempre el perfil de la ciudad y que fue seguido por otros creadores leoneses.

La cúpula de la emblemática Casa Lubén de la avenida Ordoño II, paradigma de este tipo de elementos importados de Europa.

La cúpula de la emblemática Casa Lubén de la avenida Ordoño II, paradigma de este tipo de elementos importados de Europa.

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CRISTINA FANJUL | LEÓN
León

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Casi nunca miramos al cielo porque siempe lo tenemos delante. Esa rutina nos hace perder el enfoque y distorsiona nuestra mirada del mundo hasta el punto de que a veces nos perdemos una gran parte de la realidad.

El perfil de la ciudad, su skyline, es un buen ejemplo, y con él algunos de los nombres propios que hicieron que el cielo de esta capital tenga menos aristas. Y es que, si miramos hacia arriba, nos daremos cuenta de que León tiene mucho que ver con capitales como París o Buenos Aires.

Uno de los elementos más desconocidos son las cúpulas. Algunas siguen en su sitio, otras desaparecieron, como la del antiguo edificio del Cantábrico, en la plaza de la Inmaculada, que se trasladó a los almacenes municipales y, desde allí, a paradero desconocido, al limbo de las ausencias que tan a menudo ha sido el portador de los ‘eclipses’ de la ciudad.

El ensanche, la gran operación urbanística con la que León dio el salto a la modernidad, llenó la ciudad de cúpulas. El introductor de esta nueva manera de entender la arquitectura fue Manuel de Cárdenas, el hombre que llegó como arquitecto municipal y cambió la faz de la ciudad en la primera mitad del siglo XX con algunos de los edificios más representativos y emblemáticos de la misma. Es el caso del chalet de Fierro, la Casa Goyo de la plaza de Santo Domingo, la Casa Lubén, el edificio Pallarés, el antiguo Banco de España, el palacio neomudéjar de la calle Alcázar de Toledo, el edificio de Correos de la plaza de Regla, el Teatro Alfageme, el Cine Mari, varias casas burguesas en la Calle Ancha y Padre Isla, así como palacetes en esta última calle, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad en la calle Dámaso Merino...

Manuel de Cárdenas concebía la arquitectura como un ejercicio artístico en el que considera fundamental «copiar del natural» como fórmula para que queden en la memoria multitud de elementos decorativos de los edificios clásicos, que luego pueden ser utilizados en los propios proyectos.



Cúpula y mansarda en la popularmente conocida como Casa Ciriaco. MARCIANO PÉREZ.



Otro ejemplo arquitectónico en este edicifio de la Avenida de Palencia. M. PÉREZ.

Especialmente influenciado por la escuela del arquitecto francés François Mansart, incorporó en la mayoría de sus creaciones la técnica conocida como mansardas, que alude a las ventanas dispuesta sobre el tejado de una casa para iluminar y ventilar su desván en la fachada de un edificio, cubiertos por un techo de tejas muy inclinado dando por resultado un elemento ornamental que suele coronar al inmueble. Contrariamente a lo que se ha creído, Mansart no inventó este elemento sino que lo tomó de la arquitectura italiana y lo popularizó en Francia. Su sobrinieto Jules Hardouin Mansart prestigió esta especie de altillo al utilizarlo en el Palacio de Versalles.

Pues bien, Manuel de Cárdenas fue el primero en utilizar este sistema en los edificios de León. La consecuencia natural de las mansardas son las cúpulas, cúpulas y mansardas de pizarra que se han convertido en una de las señas de identidad de la capital gracias al arquitecto y que adquieren todo su esplendor en edificios como la Casa Ciriaco, la Casa Lubén, la Casa Roldán y un largo etcétera.

La estela de Cárdenas fue seguida por otros arquitectos, que incorporaron las mansardas y sus cúpulas a los edificios paroyectados para la capital. Es el caso de Gregorio Fernández, artífice de la casa que hoy ocupa en Santo Domingo el Banco Santander, o Federico de Ugalde, el creador de la Casa Roldán en 1922.

Otro de los grandes de esta escuela fue Luis Aparicio Guisasola. Su primer edificio en la ciudad se levantó en Gran Vía de San Marcos, a la altura de la calle Fuero, o Francisco Javier Sanz, artífice del hotel Oliden. También se dio la circunstancia de arquitectos que diseñaron edificios coronados por cúpulas que, después, se malograron. Es el caso de la casa de la calle Varillas, de Torbado.

Este tipo de construcciones se realizaron hasta bien entrada la década de los veinte y a partir de los años treinta, los gustos se modifican y cae en el olvido.

Hasta entonces, se hicieron cúpulas de todo tipo. Cúpulas poligonales, octogonales, con y sin ventanas, falsas cúpulas, chapiteles... Incluso hoy en día hay construcciones nuevas que rinden tributo a este tipo de diseño. Es el caso de las viviendas que se levantaron frente al edificio de la Junta y que siguen la estructura de las mansardas, si bien en este caso no se coronaron con cúpulas.

Manuel de Cárdenas era un afrancesado. Inspirado por la obra de Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, famoso por sus «restauraciones» interpretativas de edificios medievales, Cárdenas creía firmemente en la defensa de la pureza arquitectónica. Siguiendo a le-Duc, su trabajo en la Catedral se centró en mejorar el estado original del edificio, con un interés centrado más en la estructura y en la propia arquitectura, defendiendo para ello la coherencia de la arquitectura gótica, en contra del eclecticismo. Fue, por ejemplo, uno de los defensores de la eliminación de la histórica Puerta Obispo con el fin de dejar la Catedral de León completamente exenta.



La Casa Goyo, uno de los emblemas de la plaza de Santo Domingo. MARCIANO PÉREZ.



Mansarda de pizarra en la Casa Roldán, enfrente de la anterior. M. PÉREZ.

 

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