Diario de León

«Es factible recuperar el genoma de los reyes leoneses»

Carles Lalueza-Fox, el investigador que desentrañó la ‘identidad’ de los hombres mesolíticos de La Braña, publica ahora ‘Genes, reyes e impostores’.

El biólogo, experto en paleogenética y escritor Carles Lalueza-Fox. DL

El biólogo, experto en paleogenética y escritor Carles Lalueza-Fox. DL

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verónica viñas | león

La historia, en ocasiones, tiene vuelta atrás. Con las nuevas tecnologías es factible recuperar el genoma completo de los reyes leoneses y averiguar el parentesco entre ellos, es decir, saber si hubo algún ‘bastardo’ con corona. Frente al fracasado estudio de los 93 cuerpos enterrados en el Panteón Real de San Isidoro que dirigió la antropóloga Encina Prada en los años noventa, ahora sería posible resolver un enigma de siglos. Así lo afirma Carles Lalueza-Fox, reconocido experto mundial en paleogenética, investigador del CSIC y el científico que desentrañó el secreto de los esqueletos aparecidos en una cueva de Arintero, que proporcionaron el primer genoma del Mesolítico. Lalueza-Fox está escribiendo la Prehistoria genética de Europa, en la que los llamados hombres de La Braña —dos hermanos, morenos y de ojos azules—, juegan un papel clave.

Este polifacético biólogo (Barcelona, 1965) publica ahora Genes, reyes e impostores , un libro que se adentra en sucesos insólitos y los resuelve con una técnica novedosa, basada en interpretar el genoma de los protagonistas, desde Luis XVI a María Antonieta, pasando por Enrique IV o Ricardo III.

Lalueza-Foz, uno de los principales expertos del mundo en ADN antiguo, que acaba de presentar un estudio que muestra que los humanos modernos y los neandertales ya practicaban sexo y tenían hijos juntos hace más de 100.000 años, asegura que le encantaría ‘analizar’ a Carlos II ‘El Hechizado’, quien «en vez de tener 32 retatarabuelos como cualquier persona con antepasados no consanguíneos, únicamente tenía 14».

Lalueza-Fox, que tiene en proyecto «explicar cuáles son los procesos adaptativos y migratorios para que los europeos seamos como somos», ha escrito en Genes, reyes e impostores un texto ameno que demuestra que la genética puede ser divertida, sobre todo, como en este caso, cuando atañe a personajes históricos célebres. Y es que la genética forense no deja de ser una labor detectivesca, que a Lalueza-Fox le permite descubrir falsas identidades y falsas paternidades.

Igual que las tropas napoleónicas durante la Guerra de la Independencia entran en San Isidoro y saquean las tumbas, la Revolución Francesa destruye los sepulcros de los monarcas galos y abre un comercio de reliquias cuya pista sigue Lalueza-Fox. Por ejemplo, analiza la presunta sangre de Luis XVI preservada en el interior de una calabaza o la cabeza momificada de Enrique IV, los corazones de Luis XVII y de San Luis, los pelos de Napoleón, así como una pierna que supuestamente perteneció a una reina francesa.

Cuenta el científico en su libro que «dos europeos tomados al azar, procedentes de dos poblaciones vecinas, comparten entre dos y doce antepasados en los últimos 1.500 años. Cuando retrocedemos en el tiempo mil años más, el número de antepasados compartidos aumenta hasta 100».

Genes, reyes e impostores es un libro asequible —aunque el autor aclara que no escribe «para idiotas, porque éstos tampoco leen»—, centrado principalmente en la casa real francesa, a excepción de Ricardo III, cuya verdadera historia se desvanece por la leyenda que recreó Shakespeare. Lalueza-Fox desvela cómo algunos miembros de las dinastías Plantagenet y Tudor «no estaban géneticamente legitimados para el trono».

Cierra el libro un capítulo que permite comprender el alcance de la genética aplicada a la historia. El autor cuestiona que un ‘retrato genético» de personajes cruciales en la historia de la Humanidad como Van Gogh, Picasso, Darwin, Newton o Einstein es posible que permita descubrir «los aspectos más complejos de la intelectualidad».

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