Diario de León

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«Escribiendo puedo volar»

Belén Ordóñez Badiola da en el blanco y negro de su faceta literaria con su primer libro: ‘Relatos entre notas’ La pianista abarca ficción y testimonio desde un soporte en el que dice que encuentra un gran espacio de libertad

León

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Un libro se puede escribir y se puede leer. Belén Ordóñez Badiola sabe tocarlos. Leonesa, pianista y, a partir de ahora, escritora pública, así letraherida. Da en el blanco de la vida Belén Ordóñez con un libro, con las teclas que conducen a la creatividad escrita. Pero también teclea el negro de las notas alteradas. La tristeza no es un acorde, pero puede estar en él. Porque la vida sin las dos caras sería un cuento incompleto o demasiado cuento para los tiempos que corren. Ahora, en forma de 40 relatos de su firma (cada título es también el de obras musicales suyas), y publicados por Eolas, llega Relatos entre notas , que, acompañado de un subtítulo entre paréntesis: Para músicos y otras especies, surge tanto de la necesidad de contar como de escribir.

Hay felicidad y tristeza. Porque si la sensibilidad fuera combustible, Ordóñez sería fuente infinita. Que, por cierto, ella misma explica que también hay que gestionar para esto de vivir. Pero al habla con ella, ilusiones y aspiraciones aparecen intactas. «En eso me encuentro como cuando era niña, quién lo iba a pensar...», afirma la artista. Si el lector se sumerge en este libro, a las primeras de cambio de dos o tres relatos elegidos al azar ya hay una autenticidad tal, sin tener que ser autobiográfico, que el espejo funciona, porque uno se ve o se vio.

Pero en su caso, para llegar a este libro, la partitura se hizo texto. Y eso que ella es música de referencia en León, Asturias y más allá. Y profesora del Conservatorio de Música de León como titulada superior en Piano y Música de Cámara.

De repente, al hilo de un título, Escombros , se levanta y toca el tema que comparte título. Y entonces es inevitable pensar que es un libro y un placer sonoro.

En Relatos entre notas hay gran pulso literario, que surge de horas en su ipad. Sobre este proceso hace un alto elogioso hacia su editor, Héctor Escobar. Y el resultado son estos relatos en los que hay vida, experiencias, sentimientos, sensaciones... Pero todo con un hilo narrativo en el que sale un alma de cuentista. Belén Ordóñez comenta un par de textos en los que el buen humor prevalece, pero advierte: «Hay relatos de todo tipo. En algunos se cuentan cosas duras», dice, aunque el tono vital de Ordóñez Badiola es de esperanza.

Sentada en la cocina, con los pies en alto, mastico una manzana al ritmo de la música... Escribe en uno de los relatos. Tal vez, la mujer de ahora mezclada con la niña que fue al ritmo de Khachaturian, un compositor que si te coge no te deja en el mismo sitio y que para la pianista leonesa ocupa un lugar fundamental.

El libro ha abierto en Belén Ordóñez una veta creativa en la que se encuentra cómoda: «Con la escritura encontré un espacio de libertad que no había encontrado en otras disciplinas. Escribiendo puedo volar», dice. Y es que la profesora y artista aceptó pronto el reto de querer ser lo que es hoy. Y esto, como esas teclas, como esas caras de la vida que compone literariamente, tiene sus vertientes. Así, recuerda ese casi récord de opositora de estudiar diez horas un día sí y otro también, a la vez que sugiere que ese ser responsable, programada y disciplinada tiene el coste de que «un día te quedas tú sola y tienes que decidir... Con todo me siento muy feliz con lo hecho», reflexiona. Ahora llega este libro y su casa, junto a Juan Carlos Uriarte, pintor, escultor, gran creador, está aún más llena de arte.

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