Diario de León

Escritores que León exportó

Decenas de autores leoneses triunfan fuera y apenas son conocidos en su tierra

León

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León ha sufrido un auténtico éxodo literario. La emigración también hizo estragos entre los escritores leoneses. La diáspora no se limita al archiconocido -˜club madrileño-™, que integran Luis Mateo Díez, José María Merino o Julio Llamazares. Muchos buscaban un futuro mejor o, sencillamente, un futuro. Y algunos lo encontraron en otros países o en otras ciudades, donde ahora son venerados, mientras su tierra prácticamente los ha olvidado.

Entre los que hicieron las maletas un buen día está Juan López Fernández, que recaló en Barcelona. Casi nadie le conoce por su nombre auténtico, porque su trayectoria laboral le ha obligado a -˜disfrazarse-™ con distintos seudónimos, como JAN o Pikágoras. Juan López Fernández (Toral de los Vados, 1939) emigró a Cataluña siendo un niño. Cuando a los seis años se quedó completamente sordo, sus padres le orientaran hacia el dibujo. En 1959, en plena revolución cubana, se traslada con su familia a La Habana. Entra a trabajar como técnico y dibujante animador en la televisión de aquel país. Regresa a España una década después. En 1973 recibe un encargo insólito de una pequeña editorial: realizar una obra que parodie a Superman. Había nacido Superlópez. Hoy JAN es un auténtico maestro del cómic español.

Casi tan rocambolesca es la aventura personal de Carlos Eugenio López (León, 1954), ahora afincado en Grecia, tras dar -˜tumbos-™ por Europa. Se da a conocer literariamente en 1977, año en el que es finalista del Premio Sésamo de Novela. Inexplicablemente, su obra permanecerá inédita durante veinte años. En 1997 reaparece al alzarse con el Premio Lengua de Trapo, con la novela El orador cautivo. A partir de entonces empieza a publicar una obra tan original que el mayor periódico alemán, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, llega a definirle como «el autor que posee el humor más negro, desasosegante e inteligente de la literatura española contemporánea». También reside en Barcelona Manuel Ballesteros, abogado y poeta, autor de los poemas Al otro lado. A este escritor parece pesarle la emigración, a juzgar por uno de los temas recurrentes de su obra, el olvido, esa fría niebla que sucede a la muerte y que convierte a los muertos en seres sin nombre.

«Aterrado, / fijó su vista en la faz del verdugo: / cuando miraba a la silla eléctrica, / ¡sólo veía en ella una expresión de eficacia!». Así de cruda puede ser la poesía de José Ángel Magadán, leonés afincado en Madrid, que compagina, como Ballesteros, la abogacía con la escritura.

Manuel Vicente -˜Cerebro-™ González fue futbolista antes que periodista e informador antes que novelista y editor. Afincado actualmente en Badajoz, este leonés de apodo singular no sintió la vocación literaria hasta los 25 años. Cerebro, que iba para estrella del Real Madrid y jugó en el Castilla, en el Getafe y en el Badajoz tras sufrir una lesión, ha publicado hace unos meses una novela con tintes autobiográficos, Regreso a Vadinia , en la que relata la vida de un joven futbolista llamado Anselmo que llega a la capital fichado por el filial del Madrid y se hospeda en una pensión donde vivirá grandes experiencias. Julio Llamazares, gran amigo de Manuel Vicente González, ha asegurado que «es uno de los personajes singulares que más admiro».

La azarosa vida de... El -˜exilio-™ salmantino, que encabeza el gran poeta bañezano Antonio Colinas, es también el hogar de otros compatriotas, como Tomás Serrano, arquitecto, dibujante y escritor, autor de cuentos como Salfón, el limpiador de tejados. Asturias ha sido, igualmente, refugio de un buen número de autores leoneses, como la poeta María Antonia Álvarez o Armando Murias, un personaje de novela. Murias, de 56 años y natural de Caboalles, tiene un auténtico filón en su propia biografía. Fue mecánico de automóviles en Francia, camarero, minero, agente comercial, profesor de FP, BUP, COU, ESO, Bachillerato y Universidad, lector de español en Viena... Es doctor en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura en el Real Instituto de Jovellanos (Gijón). En el terreno literario se ha adentrado tanto en el campo de la lexicografía -” Vocabulariu de la Minería en Llaciana y Degaña -”, en la semántica -” Dos campos semánticos desiguales: lo guapo y lo xostrón -” y en la novela: Los zapatones del quincallero, Nómadas y El día que me quieras. Igualmente singular es la vida y la trayectoria de otro leonés afincado en el vecino Principado, Luis Miguel Rabanal, que en su web cuenta así su trayectoria vital: «Cursó estudios de Liturgia y Onanismo en diversos centros especializados a los que, por desgracia, no pudo prender fuego en su momento. Más adelante se licenció en lenguas y demás partes pubendas, fue también futbolista y gran degustador de Smirnoff... Desde finales de 1997, debido a la tetraplejia producida por un derrumbe doméstico o por un accidente de surf, ya no se acuerda, es usuario de una bonita silla de ruedas Breezy. Así y todo, y con dolores, continúa escribiendo». El jefe de la Policía Local de Gijón, el astorgano Alejandro Gallo, entra en el mundo de la ficción en cuanto posa la pistola y la placa. Actualmente es uno de los escritores de novela negra con más gancho. En sus libros hay muchas -˜pistas-™ de su origen leonés. El criminólogo cepedano Ricardo Magaz, profesor de la Uned y afincado en Madrid, es también uno de los grandes cultivadores del thriller. Ana Merino, hija del escritor y académico José María Merino, está imparable. Trabaja como profesora de escritura creativa y estudios hispánicos en la Universidad de Iowa y acaba de recibir un accésit del premio Gil de Biedma y aspira al Premio de la Crítica de Castilla y León. Estefanía Muñiz, que reside en Madrid, es una de las grandes promesas de la poesía.

En busca del Olimpo. Exiliados leoneses tan polifacéticos como Fermín Cabal son, incluso, más conocidos por otras disciplinas distintas a la escritura; en el caso de Cabal, por su carrera cinematográfica; Eugenio de Nora, por su labor docente y como teórico de la literatura; Jesús Torbado, como periodista; Felipe Zapico, como cantante; Roberto González-Quevedo, como miembro de la Academia de la Llingua Asturiana; y César Gavela, por su brillante trayectoria como gestor cultural en Valencia y por sus artículos periodísticos.

A autores como José Luis Rodríguez García es difícil seguirles las pista. Afincado en Zaragoza, ha desplegado su aventura literaria en registros tan diferentes como la poesía, la novela y el ensayo.

Cantabria también ha sido patria de acogida para dos escritores leoneses que triunfan en los últimos años: Enrique Álvarez y Javier Menéndez Llamazares. Álvarez es responsable de cultura del Ayuntamiento de Santander y autor de novelas como El sueño de la ahogada , El rostro oculto e Hipótesis sobre Verónica. Menéndez Llamazares, que colabora en El Diario Montañés y la Cadena Ser, es autor de El método Coué, donde el escritor leonés se adentra en la mismísima Gestapo.

La poeta berciana Pilar Blanco, ganadora del premio Gil de Biedma, es dueña de una poética reflexiva, cotidiana y vinculada al sentido mismo de la vida. Profesora de Literatura en Benidorm, tiene también el premio de poesía Miguel Hernández. También vive en Alicante María Consuelo Franco, natural de Almanza, que ha dedicado dos libros a sus poetas favoritos: Lírica de una libertad cautiva. Miguel Hernández y -˜Biografía lírica de un mártir-™, sobre Lorca.

La lista de escritores leoneses que por obligación o elección se fueron de la provincia es interminable: desde Andrés Trapiello, encumbrado al Olimpo de las letras, a escritores tan innovadores como Gustavo Vega o el médico paramés Octavio Fernández Zotes, residente en Bilbao, quien al jubilarse decidió dedicarse a la poesía; o la joven poeta ponferradina Carol Bret, afincada en Santiago, quien destila añoranza en Al fondo del vaso... Casi todos, seguramente, sentirán nostalgia de una patria imposible que es León...

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