El folk de los Cubero que sintoniza con Rodrigo Martínez

La idea de folk representativo únicamente de un lugar lo más concreto posible salta por los aires con propuestas como la de Los Hermanos Cubero. Y suenan a su pueblo, seguro. Pero suenan también a folk americano como un blues profundo. Y alucinan con Rodrigo Martínez, monumental músico leonés. Uno de aquí, Emilio Gancedo, ofrece en el libro Los Hermanos Cubero . Cancionero (Pepitas de Calabaza) una magistral entrevista que es un capítulo relato lleno de enjundia sobre los hermanos de Guadalajara.

El propio Gancedo destaca sobre ellos tanto su cordialidad personal como su calidad musical: «Son unos musicazos», dice, para añadir que sus conciertos con instrumentos como la mandolina alcanzan una mezcla sublime que tiene de folk tradicional, de otros estilos y hasta bluegrass para luego resultar también originales. «Lo que hacen lo hacen solo ellos. Yo veo muchas claves leonesas, pero entre ellas destaco cómo me elogiaron la música de Rodrigo Martínez. Me hablaban a la vez de músicos americanos y de Rodrigo. Enrique me dijo que en León tenemos uno de los músicos más importantes de España en cuanto a folk. Lo leonés está como influencia también en el conjunto. En romances, jotas, música que rastrean por todas partes y que también les trae a León», destaca.

Los Hermanos Cubero, de hecho, han pasado por León. Han tocado y tocarán: tienen previsto actuar en Páramo del Sil.

La historia de Los Hermanos Cubero tiene tantas peculiaridades que además de su aportación musical, su propia trayectoria llama la atención. En el texto de Emilio Gancedo, una extensa entrevista de más de cuarenta páginas, hay todo un rosario de confesiones en las que entra el humor o como se destaca en el propio libro en el que se ofrece todo su cancionero, aparecen sus errores y desaciertos, siempre superados por su genialidad y riqueza musical. Así cuentan su propia historia, que es la de dos chavales, nacidos en los 70 en «una Guadalajara poblada por desertores del arado que, en una habitación con muebles de aglomerado y paredes pintadas al gotelé, se afanan en sacar con una guitarra prestada los acordes de una canción de Sabina o de reproducir unas melodias de Scotty Moore con un viejo laúd de rondalla». Toda una descripción que hace apetecible sumergirse en la escucha de su música y dejarse llevar por una forma de entender la expresión musical a mitad de camino entre el aprendizaje y la intuición. Ellos mismos se quitan la importancia que de por sí tienen.

En el libro se cuentan también los avatares de su migración a Cardedeu, «en la Barcelona postolímpica», y el momento de la formación de RC Brothers, un grupo de bluegrass nacido en 1998 que supone un paso de gigante en cuanto a la maduración personal y musical y que temporalmente les convierten en referentes del country.

Mientras tanto el aprendizaje de las dinámicas musicales y el estudio del cancionero tradicional castellano va cobrando su valor y ya entonces no estipulan fronteras para abordar el extenso terreno del folk, por otra parte mucho más comunicado de lo que a veces se hace creer o al menos suponer. Tras RC Brothers ya no hay apellido que camuflar sino poner en marcha la apertura a un nuevo proyecto construido solo con «guitarra, mandolina y palabras y alentado por la libertad de no ceñirse a un estilo», indican como rotunda declaración de intenciones. Y, en 2010, el golpe de gracia definitivo: el primer lugar de la segunda edición del Premio Europeo de Nueva Creación de Folclore Agapito Marazuela. Jota castellana con aires de los Apalaches .

«El resto de la historia de estos dos músicos hechos a si mismos está escrita en sus armonías recogidas en media docena de discos y en las letras de sus canciones que ahora traemos aquí», propone este libro que tiene de sonora la recopilación de las mejores canciones de Los Hermanos Cubero y los textos de Joan Pons, Elvira Valgañón y el propio Emilio Gancedo.