Diario de León

Patrimonio

La muralla de nadie

La fortificación es propiedad del Estado y del Ayuntamiento, pero hay tramos ‘engullidos’ por edificios privados y de la Iglesia lo que ha dificultado las restauraciones El Plan Director ‘expiró’ hace dos años aunque no se ha cumplido

León

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No tiene ni dueño ni límites. Es la gran tragedia de la muralla de León o así lo cree el arquitecto Melquíades Ranilla, autor del Plan Director de este monumento, una ‘guía’ elaborada en 2008 con el fin de rescatar la fortificación en el plazo de una década. Han pasado doce años y únicamente se han ejecutado obras de emergencia, tras el desplome de varios cubos y tramos del adarve. Al final, las restauraciones que se han llevado a cabo en Ruiz de Salazar, en la calle Carreras, en Era del Moro o en Conde Rebolledo han obligado a «reconstruir» ‘in extremis’ cubos y tramos de un lienzo en los que se habría podido actuar de forma menos drástica si no se hubiera esperado a que se desplomaran.

«La muralla está ahí porque no hay quién la derribe», afirma el arquitecto y abogado leonés, quien considera prioritario deslindar el monumento para conocer con exactitud la superficie que ocupa. Una misión que debería llevar a cabo el Ministerio de Hacienda, a través del Catastro. Y es que la muralla está «totalmente usurpada» por colegios, un hospital, casas, conventos y edificaciones de la Iglesia. Ranilla sostiene que es preciso averiguar qué parte de la fortificación es estatal y cuál privada. Oficialmente, la titularidad la detenta el Ministerio de Cultura, pero la gestión es del Ayuntamiento. Prueba de ello es que el ministerio fue el que pagó una indemnización a un joven que sufrió heridas por el desplome de piedras de la muralla.

Cuatro murallas

Lo primero que deja claro el arquitecto es que se trata de cuatro sistemas defensivos —tres romanos y uno medieval, conocido como las Cercas—. El campamento de la Legio VII se amuralló en dos ocasiones: a finales del siglo I, al poco de la llegada de esta segunda legión, que aprovechó en parte la de su predecesora, la Legio VI; y dos siglos más tarde, cuando fue sustituida por una más sólida, adosada por el exterior al primitivo muro, conocida hoy como ‘la muralla de los cubos’.

El cubo de Conde Rebolledo lleva años ‘rodeado’ por una malla de obra. RAMIRO

El Plan Director considera que es un monumento único que sigue teniendo un gran impacto en la ciudad. De ahí que, entre otras cuestiones, propone liberar de tráfico las calles Carreras y los Cubos, así como un único vial de circulación lenta en Ramón y Cajal.

Antes de la redacción del Plan Director, Ranilla recorrió la muralla con un coche de bomberos para comprobar su estado palmo a palmo. En aquel momento se salvaron las coronaciones de las Cercas, que se encontraban en un estado lamentable.

Las rehabilitaciones no siempre han seguido las directrices marcadas por el Plan Director. La consecuencia es que ha habido diferentes criterios en los trabajos y ha fallado la uniformidad en los morteros y en las reconstrucciones.

La gestión del monumento

El documento de Ranilla preveía la creación de un Consejo de Fábrica, del que formasen parte técnicos del Ministerio de Cultura, del Ayuntamiento de León, así como asociaciones de la ciudad, cuya misión sería gestionar las actuaciones en la muralla, establecer las prioridades y tramitar las subvenciones. El objetivo es que «el monumento llegue a las próximas generaciones», dice.

La intervención más prioritaria en estos momentos es la calle Serradores. La muralla en este tramo tiene problemas de estabilidad. Hay muchos cubos en mal estado, algunos ocupados por viviendas.

Poco o muy poco se ha avanzado, como defendía el Plan Director, en liberar la fortificación tardorromana de las edificaciones adosadas a ella. Una tarea que parece imposible mientras haya decenas de propietarios implicados.

Ranilla piensa que, a diferencia de Ávila o Lugo, donde sus murallas se perciben como un monumento único, León no ha asumido que la suya también lo es.

Otra cuestión fundamental es la puesta en marcha de un plan de mantenimiento, cuyo presupuesto rondaría los 35.000 euros; así como un plan de difusión de la muralla, por otros 15.000 euros anuales.

Mientras en la Catedral y San Isidoro las restauraciones son continuas en el tiempo, la muralla no ha corrido igual suerte.

La Junta de Gobierno del Ayuntamiento de León aprobaba una semana antes del estado de alarma por el coronavirus la contratación de las obras para acondicionar el cerramiento del solar arqueológico de la casona de Puerta Castillo, que preserva restos de la Legio VI, con un presupuesto de licitación de 78.576 euros. Este proyecto, cuyo plazo de ejecución es de 18 semanas, cuenta con fondos Feder. La obra tenía que haberse ejecutado hace dos años, pero la empresa adjudicataria no llegó a realizar los trabajos. También lleva retraso la restauración de la muralla en el tramo de Era del Moro. Y el cubo de Conde Rebolledo lleva años rodeado por una malla de obra.

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