Diario de León

CULTURA ■ LITERATURA

El Leteo dice adiós a lo grande con el premio al kafkiano Cartarescu

El poeta rumano que no escribe versos recibirá el galardón leonés más internacional el 25 de octubre

El escritor rumano Mircea  Cartarescu, quien recogerá en León el 25 de octubre el último Premio Leteo. DL

El escritor rumano Mircea Cartarescu, quien recogerá en León el 25 de octubre el último Premio Leteo. DL

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verónica viñas | león

El Premio Leteo no cumplirá la mayoría de edad. El galardón leonés más internacional se despide a lo grande, al conceder el premio, en su 17 edición, al escritor rumano Mircea Cartarescu, una de las voces más potentes, críticas, kafkianas y relevantes de la literatura europea actual. El eterno candidato al Nobel recogerá el galardón en León el 25 de octubre.

El poeta Rafael Saravia, presidente del Club Leteo, ha decidido tomarse una pausa. Sin críticas ni resentimientos, pone en stand by uno de los proyectos que más ha colocado a León en el panorama internacional —frase que gusta mucho a los políticos—. El Leteo, que en los últimos años estuvo en el aire por falta de financiación, pese a que el coste es mínimo, ha premiado en su corta historia a algunos de los escritores más ilustres del panorama mundial, como Paul Auster, Houellebecq, Martin Amis, John Banville o Sharon Olds. Y todos ellos desfilaron por León pese a que el premio carece de dotación económica y no lo otorga ninguna institución de renombre.

«La magia, la originalidad y el trabajo por lo emocionable son valores por los que el Club Leteo otorga su premio a Cartarescu. La tensión argumental, la realidad del pueblo rumano, su idiosincrasia y el porvenir de los individuos diferentes son verdades y deseos que Cartarescu universaliza en el contexto europeo y que deleita con rotundidad, sin temor al desagrado y con la valentía que un escritor ha de desarrollar en sus textos».

Censurado durante la dictadura de Ceaucescu y poco conocido aún en España, Cartarescu (Bucarest, 1956) es un autor complejo, deslumbrante y dueño de un universo onírico insuperable. Algunos sectores de la crítica le han ‘encasillado’, con poca fortuna, como un posmoderno. El poeta rumano que no escribe versos se consagró con Nostalgia, uno de los textos más originales y revolucionarios de las últimas décadas.

Cartarescu es también autor de novelas como Lulu, historia de una obsesión que sumerge al lector en el mundo de lo surreal, un libro de complicada lectura, al igual que su epopeya cómica Levantul, en la que recurre a los capítulos del Ulises como fuente de inspiración.

El ojo castaño de nuestro amor es una fusión entre ensayo y recuerdos, que empieza siendo unas memorias y termina por leerse como las confesiones de un alma inteligente. Una obra, como sostienen los especialistas, «de calidad superlativa» y con un dominio del lenguaje extraordinario. La editorial Impedimenta acaba de publicar Solenoide, considerada su obra más madura hasta la fecha.

Cartografía de un cerebro

Escritor de culto en países como Alemania, Cartarescu relata en Las bellas extranjeras un delirante viaje en compañía de once escritores rumanos a tierras francesas, un descenso a los infiernos que bascula entre la grandeza y lo grotesco. Doctor en Literatura por la Universidad de Bucarest, Cartarescu ha confesado que escribiría aunque no quedase ni un solo lector en el mundo. En el fondo, su propósito es desenmascarar la realidad, abriendo puertas que conducen a un complejo laberinto que parece imposible de desentrañar.

Tiene sentido que reconozca que todos sus libros son mapas de su cerebro. La pasión por la lectura llegó a ser casi una «patología esquizofrénica», según sus palabras. Y es que el autor de la trilogía Orbitor —obra monumental que tardó en escribir catorce años— trabaja minuciosamente sus manías.

«Vivir en Rumanía es como nadar en un piscina de ácido sulfúrico, y a veces me gustaría salir del agua», ha asegurado Cartarescu, que se enfada periódicamente con su país, aunque sus obras destilan el dolor que sufrió por ser rumano y por haber nacido en un momento equivocado de la historia. «No han vuelto los vampiros, pero Rumanía es un país oscuro y gris», ha afirmado con cierto sarcasmo.

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