Diario de León

El autor introduce su cuerpo en escayola y lo reproduce una y otra vez

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Una de las obras que se exponen del artista murciano Lidó Rico

Una de las obras que se exponen del artista murciano Lidó Rico

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Marcelino Cuevas - león
León

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Si la Semana Santa es la representación plástica de una pavorosa tortura, la escultura de del murciano Lidó Rico (Yecla 1968) es una apasionada síntesis de la angustia, a la que el artista llega a través del sufrimiento como un moderno Cristo que expone su cuerpo al sufrimiento en busca de la representación de sus emociones. Quizá las angustiadas figuras del Lidó no rediman a nadie, pero no hay duda de sí que son capaces de conmover los espíritus más fríos. Cuenta el murciano las historias íntimas de personajes que solamente pueden habitar en el mundo de las pesadillas y lo hace con una enorme carga poética, son sus versos tridimensionales como los literarios de los místicos, que se impregnaban de dolor a través de un sacrificio inventado, pero no por eso menos doloroso. Contempla la vida desde la realidad última de la calavera que está, inexorable, al final de todos los viajes, en la frontera última de todos los caminos. Sus seres de resina, él mismo cien veces repetido, escapan de la rígida verticalidad de las paredes, en busca de la gloria del espacio infinito, pero nacen con los ojos tapados, con una grito desgarrador en sus gargantas inertes. Los hombres, los adultos que gritan endemoniados al encontrarse con la luz, surgen, efectivamente, de un mundo paralelo, el de las ensoñaciones del artista buscando La estela deliciosa de una mujer con distinción o Atmósferas rojas para Testigos que aseguran haberlo visto en el parque . Envían Comunicados sobre el Acusado protegido en Diecinueve mil seiscientas Monocabinas encantadas. Y terminan gritando a los cuatro vientos el pregón del Episodio piloto . Asegura Lidó que no hay certezas, «pero sí emociones, la emoción de un encuentro, la endemoniada atracción que determinados objetos me producen sin más razón ni ley; ese disparatado y obsesivo estremecimiento hipnótico se estanca en mi cabeza como una tempestad cuya sacudida no cesa». Y emoción a raudales hay en estos Locutorios , en los que el escultor nos conecta con su subconsciente dejando el camino sembrado de calaveras convertidas en un interminable rosario de recuerdos que impide nuestro extravío. Lidó sufre en cada trabajo la asfixia de sumergirse en un limo de escayola, para así poder ejercer la catarsis y trasladar al espectador sus emociones más íntimas. «Mis buceos en escayola suponen una liberación porque degluten la fugacidad del cuerpo catalizándolo, lo consolida y perpetúa, siempre he pensado que la crudeza y tortura de su proceso, queda implícita en las propias piezas, incertidumbre, atropello, ignorancia, cólera, pasión, sátira turbación, demencia... toda esa jauría de espavientos se concentra y muda en resinas para obtener al final la conclusión de que el hombre empieza donde acaba la razón». Una muestra para leer despacio, que dejará en el espectador un pesado poso de inquietud, de desasosiego, de angustia... pero también de satisfacción por haber podido asistir a un apasionado relato de emociones. Horarios: de 9.00 a 21.00 horas; hasta el próximo 14 de mayo.

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