Diario de León

Un patrimonio único y desconocido

Los mejores cielos de León son de madera

Buena parte de las iglesias y edificios nobles de León tenían artesonados, como San Marcos o el Palacio del Conde Luna. Muchos se perdieron por desidia y otros se vendieron. El magnate William Randolph Hearst se llevó a Estados Unidos uno de Sahagún y el Museo del Prado luce otro de Valencia de Don Juan. En el sur de la provincia han creado una ruta con diez joyas mudéjares.

El espectacular artesonado de Valencia de Don Juan que fue recolocado en 2013 en una sala del Museo del Prado. RAQUEL P. VIECO

El espectacular artesonado de Valencia de Don Juan que fue recolocado en 2013 en una sala del Museo del Prado. RAQUEL P. VIECO

León

Creado:

Actualizado:

Solo un fanático coleccionaría 98 artesonados, la mayoría mudéjares. William Randolph Hearst, el ‘Ciudadano Kane’ de Orson Welles, los compró en España y se los llevó al otro lado del Atlántico, gracias a la colaboración de anticuarios sin escrúpulos y la connivencia del clero, aunque solo instaló una pequeña parte en sus mansiones.

En León únicamente consiguió uno. Por suerte, no vio los que atesora el sur de la provincia. Diez localidades leonesas y otras tres de Zamora próximas a la Vía de la Plata crearon hace unos años la Ruta de los Artesonados Mudéjares, a raíz de la restauración del de Valcabado del Páramo, que se hizo mediante una colecta, respaldada por Hispania Nostra. Es uno de los artesonados más grandes al noroeste de la Península Ibérica, con una estructura de pirámide truncada octogonal y austera decoración, mide 20 metros de largo por 6,5 de ancho.

La joya de la corona del itinerario entre San Félix de la Vega y la localidad zamorana de Villanueva de Azogue es el artesonado de Santa Colomba de la Vega, con forma de bóveda celeste. A ella se unen las de Azares del Páramo, Mayre de Castroponce y Grajal de Ribera, así como las de Lordemanos y Saludes de Castroponce, con una rica ornamentación a base de policromías de tradición gótica. De estilo renacentista, con inspiración en la sala capitular del Hostal de San Marcos, son los de Alija del Infantado y Valcabado. Cierran la ruta Riego de la Vega y San Félix de la Vega. Las espléndidas techumbres se complementan con la exposición Carpintería de armar en la Vía de la Plata, aportación de la Junta de Castilla y León al proyecto. Fuera de la ruta, pero no menos espectaculares, las armaduras de Villamuñío, Marne, Villarratel, Valdesaz de los Oteros o Villamartín de don Sancho. Incluso, la capilla de los Castañones de San Isidoro tiene un bello artesonado. La lista es interminable. En algunas iglesias, como en la de Santa María en La Bañeza, unas bóvedas barrocas de yeso y cal tapan techumbres tan espléndidas como la de Valcabado.

Recientemente, al desmontar los retablos de Valdavida y Villaselán hubo una grata sorpresa: salieron a la luz dos espléndidos artesonados.

La colección de la Catedral

La Pulchra atesora un muestrario de artesonados, fragmentos de los más antiguos de cuantos existen —pintados— en la diócesis. Prácticamente todas las iglesias de pueblos de León que carecían de bóveda contaban con su propio artesonado, sobre todo en Tierra de Campos y Cea. Pero la mayoría desaparecieron en incendios, derrumbes, por restauraciones desafortunadas, por su enorme peso o arruinados por las goteras.

Máximo Gómez Rascón, responsable de patrimonio de la diócesis de León, fue recopilando los fragmentos que se salvaron de artesonados desaparecidos. Una colección que hoy forma parte del Museo Catedralicio. Esta selecta muestra incluye restos de artesonados de La Aldea del Puente, Gordaliza del Pino y Grajal de Campos, datados entre los siglos XIV y XV. El más antiguo es un gran fragmento procedente de la propia Catedral, con leones heráldicos pintados.

Vía de la Plata

Diez iglesias del sur de León y tres de Zamora forman la Ruta de los Artesonados Mudéjares

Jarrones, rostros, heráldica y entrelazados moriscos de delicada factura son los motivos más repetidos, algunos inspirados en la decoración de códices.

En 2005, cuando comenzó la rehabilitación del Palacio del Conde Luna, se hallaron ocultos bajo los falsos techos de las viviendas que ocupaban la parte superior del inmueble decoraciones del artesonado y varias series de escudos de las armas de los Quiñones, Bazán, Toledo y Pimentel. La limpieza sacó a la luz alrededor de trescientos escudos en cada sala.

La última restauración de San Marcos también ha incluido el artesonado del siglo XVI de la sala capitular, que en 1984 tuvo que ser apuntalado ante el riesgo de hundimiento. Así permaneció durante año y medio, hasta que fue rehabilitado.

En Gradefes con los restos de artesanados que cubrieron los techos del monasterio se hicieron crucifijos y atriles para la lectura de las monjas; y algunas maderas se aprovecharon para reconstruir celosías.

El cielo de los ricos

El magnate de la prensa norteamericano William Randolph Hearst, que más que un amante de arte era un comprador compulsivo, trasladó a San Simeón (California) un artesonado procedente de Sahagún. El arquitecto José Miguel Merino de Cáceres, que ha seguido la pista al Patrimonio saqueado por Hearst, descubrió que el potentado editor llegó a tener 98 artesonados españoles. Pero también en España hubo ricos caprichosos que quisieron tener un salón con techumbre medieval. En 2013 el Museo del Prado abría una nueva sala, tras ser reformada para albergar un artesonado de Valencia de Don Juan, con el que la pinacoteca colmaba el vacío de arte medieval. La pieza formaba parte de la colección donada por José Luis Várez Fisa y su esposa María Milagros Benegas.

Escudo del artesonado de Santa Colombo de la Vega. DL

El artesonado procedente de Valencia de Don Juan, del siglo XIV, se exhibe ‘suspendido’ del techo abovedado diseñado por Rafael Moneo. Es una techumbre decorada con espectaculares dragones, arpías y glifos de rotundos colores.

Procede de la desaparecida iglesia coyantina de Santa Marina, considerada la mejor de estilo mudéjar de León. El artesonado —de doce por seis metros y 6.000 kilos de peso— se había fechado en el año 1350, pero los expertos del Prado sugieren retrasarlo unos años (hasta el 1400) atendiendo al atuendo de los personajes.

Transportado en un carro

La rocambolesca historia del retablo se remonta a finales del XIX. Ya en 1876 los vecinos de Valencia de Don Juan alertan del mal estado de la iglesia. Abandonada desde entonces, el 2 de abril de 1926 una parte se desploma, aunque ‘milagrosamente’ la cubierta del coro queda a salvo y, con ella, el artesonado. El arquitecto Juan Crisóstomo Torbado certificó que la iglesia solo precisaba «unas mejoras», aunque se optó por dejar caer el edificio.

Una sala medieval

Un artesonado de Valencia de Don Juan hoy es una de las joyas medievales del Prado

El historiador José María Luengo da cuenta de que el artesonado se lo llevó de noche un chamarilero en un carro de bueyes. Primero quedó en depósito en 5.000 pesetas y luego pasó a manos de un particular. Fueron décadas de saqueo y venta de importas joyas artísticas del patrimonio leonés. Curiosamente, en 1927 el párroco de Valencia de Don Juan pidió permiso a la Academia de Bellas Artes de San Fernando para enajenar un artesonado de la iglesia en ruinas. La Academia envía a un ‘ojeador’, Elías Tormo, quien explica que la solicitud del párroco era una ironía, porque «hacía ya muchos meses que lo mejor de lo vendible de los artesonados se había vendido».

No se sabe con certeza cuándo llegó a manos de José Várez Fisa, pero es seguro que fue antes de 1970. Tampoco se ha desvelado cuánto pagó y quién se lo vendió. El magnate lo tenía en Madrid en un salón hecho con las medidas adecuadas para ‘colgar’ este espléndido alfarje policromado, decorado con una mezcla de escenas religiosas, otras heráldicas (como una joven que sostiene los escudos de Castilla y León) y las puramente cortesanas.

tracking