Diario de León

Miguel Paz sale del letargo con ‘Oración de la negra fiebre’

El escritor presentó ayer el poemario parido tras su enfermedad.

Miguel Paz y Alberto R. Torices, ayer, en la presentación del poemario.

Miguel Paz y Alberto R. Torices, ayer, en la presentación del poemario.

Publicado por
cristina fanjul | león
León

Creado:

Actualizado:

Un día de finales de invierno, Miguel Paz Cabanas sintió un extraño malestar y acudió al médico. Horas más tarde, ingresaba en un hospital y asistía a la pérdida progresiva e imparable de la movilidad y del control de su cuerpo. Fruto de la terrible experiencia que atravesó debido al síndrome Guillain Barré, nació Oración de la negra fiebre , un poemario en el que relata su paseo por los infiernos, su comunión en el dolor con el resto de los enfermos, su experiencia como paciente.

Miguel Paz Cabanas presentó ayer la obra, editada por la colección Eolas, en el Instituto Leonés de Cultura, y destacó que este poemario le ha servido para mostrar «la alianza con los que sufren, los otros enfermos; la sensación de angustiosa irrealidad que viví; la necesidad de construir relatos fantásticos para huir de aquel estado de postración en los oscuros días de la uci; y de ese asombro que me perseguirá siempre al pensar en aquella experiencia».

Son apenas una veintena de poemas, poemas trenzados por palabras tan comunes como la enfermedad, como el dolor, demasiado vulgar. No hay nada heroico en el dolor. «¡Maldita sea, no, el dolor no sirve para nada!», me asegura Miguel Paz después de confesar que nunca más volverá a ser el mismo, que esa fiebre no se va para siempre, que tras el viaje nadie regresa del todo: «Inmóvil y mudo/larva rígida/en el molde de su ataúd: así es como me siento/así es como me ven...» Y la vida, que deja de tener los significados que solía tener —«¿Para qué los versos/las flores/los océanos insolentes/cuando te drenan/te infiltran/como a la pulpa/de un cadáver»— y la muerte, que de repente se convierte en una certeza —«Desde la cama/repaso el contorno de las lápidas/su musgo suave y negro/y me pregunto, expectante/cuándo llegará mi último tren»— y el miedo —«En medio de tinieblas acuosas oigo decir: ¡Ha muerto el 25!/Abro los ojos espantado y miro el número de mi box: 15»— y la esperanza, siempre, —«Desearía sentir/entrelasábanas/el alud tierno/de tus labios»—, todavía...

tracking