Diario de León

CULTURA ■ EXPOSICIÓN

El periodista que salvó la memoria de los escritores

Cachafeiro expone en Valladolid ‘Arqueología literaria’ con enseres de literatos, entre ellos seis premios Nobel

Algunos objetos de ‘Arqueología literaria’, que alberga la Casa Revilla de Valladolid. NACHO GALLEGO

Algunos objetos de ‘Arqueología literaria’, que alberga la Casa Revilla de Valladolid. NACHO GALLEGO

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verónica viñas | león

A Manuel Carlos Cachafeiro siempre le han gustado los finales de los libros. Se sabía muchos de memoria. Así comenzó la historia de Arqueología literaria, una exposición que exhibe desde ayer la Casa Revilla de Valladolid y reúne más de medio centenar de manuscritos y enseres personales de algunos de los escritores más importantes del siglo XX, entre ellos seis premios Nobel. Objetos que el periodista del Diario de León ha rescatado principalmente de rastros y subastas, pero también regalos de autores a los que Cachafeiro, cuando era adolescente, se atrevió a pedir manuscritos. Le contestaron desde Camilo José Cela a Buero Vallejo, Saramago o Gabriel Celaya. Recuerda que buscaba su dirección en la oficina principal de Telefónica en León, donde tenían los listines de toda España. Una colección que ha tardado treinta años en reunir.

El carné de conducir de José Hierro, una caricatura de un cazador realizada por Miguel Delibes y dedicada por el autor de Los santos inocentes a Cachafeiro, sobres ilustrados por Rafael Alberti o la esquela de Juan Ramón Jiménez son algunos de los objetos que integran la exposición, que ya pudo verse en la Fundación Vela Zanetti de León y en la Casa Panero de Astorga, aunque en cada lugar los objetos han ido cambiando.

La memoria de las personas permanece en sus objetos. Esa es la idea que debió inspirar a Cachafeiro para convertirse en un ‘arqueólogo de las letras’. Los manuscritos originales que ha acumulado durante tres décadas y fotografías como la de Dulce María Loynaz en la que la poeta escribió: «El collar de perlas que llevo era el regalo de bodas de mi madre», permiten ‘tirar del hilo’ y reconstruir las vidas de grandes autores que, en esta era de la posverdad, están condenados al olvido. La exposición es el homenaje de un amante de la literatura a quienes son capaces de hacernos vivir las más insólitas aventuras, la reivindicación del papel, de la escritura y, también, del coleccionismo. Cachafeiro odia que a los coleccionistas se les considere frikis. «Yo los veo como garantes de que no se pierda lo que los museos no conservan».

Cuando recibió los primeros manuscritos, los guardó como pequeños tesoros, hasta que en una librería de viejo encontró el carné de Pepe Hierro y se le ocurrió que detrás de un objeto tan sencillo y cotidiano estaba la historia de uno de los poetas españoles más importantes de finales del siglo XX. «Se podía tirar del hilo y descubrir la personalidad de Hierro».

En la exposición puede verse un manuscrito del final de La familia de Pascual Duarte, que le envió Cela en un sobre sin sello, porque el escritor era cartero honorario y no necesitaba franquear las cartas; así como un pasquín de La Voz de España, que la aviación republicana lanzaba en 1938 con un texto en el que Antonio Machado declaraba: «Mi ideario político se ha limitado siempre a aceptar como legítimo solamente el Gobierno que representa la voluntad del pueblo, libremente expresada... Por eso estuve siempre al lado de la República». En la exposición hay un el dibujo de una nieta de Hemingway que estaba en el conocido bar de La Habana La Bodeguita del Medio, y que se salvó de un incendio; una entrevista a Lorca en la revista Blanco y Negro; fotos dedicadas por Blasco Ibáñez; y el contrato de una película firmado por Borges. También hay una tarjeta firmada por José Zorrilla y un dibujo de Buero Vallejo en una servilleta. El autor de Historia de una escalera hizo el famoso retrato de Miguel Hernández.

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