Diario de León

Salvador Gutiérrez, 'padre' de la letra 'ye', nombrado Hijo Adoptivo de León

El Consejo de Gobierno acordó conceder esta distinción al coordinador de la nueva Ortografía de la RAE

León

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Ha pasado casi la mitad de su vida en León. Exactamente, 32 de sus 62 años. Ahora, el Ayuntamiento ha decidido nombrarle Hijo Adoptivo, como ya hizo con Antonio Gamoneda y con José María Merino. Él mantiene la «doble nacionalidad». Nacido en Taballes, concejo de Bimenes, en el corazón de Asturias, Salvador Gutiérrez Ordóñez, 'padre' de la nueva Ortografía, donde se incluían algunos cambios como la denominación de 'ye' para la i griega o la supresión de algunas tildes, ocupa desde hace tres años el sillón 'S' de la Real Academia -donde sustituyó a Julián Marías- y en la que dirige el departamento de Español al Día. En estos momentos, trabaja en la versión breve de la nueva Gramática, que verá la luz en septiembre.

A propuesta de la concejala de Cultura, Evelia Fernández, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de León acordaba ayer iniciar el expediente para nombrar al catedrático de Lingüística General Hijo Adoptivo de la ciudad. Resta ahora el preceptivo papeleo y el acuerdo del Pleno municipal; de modo que pasarán varios meses hasta que se le conceda la máxima distinción que otorga el Ayuntamiento de León a personas relevantes que no han nacido en la capital. En la justificación de la propuesta se alega que Gutiérrez Ordóñez es «uno de nuestros más destacados lingüistas, especializado en sintaxis, semántica y pragmática» y que «ha desplegado una gran labor como investigador, como profesor y como gestor universitario». Ciertamente, cuando desembarcó en 1973 en el campus de Vegazana todo estaba por hacer. En su opinión, la Universidad de León tiene ahora un gran nivel. También ha sido uno de los mayores impulsores de la rama de estudios hispánicos de la Universidad de León y uno de los profesionales que más ha fomentado el interés por la Gramática en España, además de uno de los lingüistas más importantes de este siglo.

Discípulo de Emilio Alarcos, Salvador Gutiérrez se confiesa «un avaro afectivo», porque es de esa clase de personas que necesitan un ambiente cálido para trabajar; y en León, lo ha encontrado. Considera que en esta tierra se habla el mejor español. Con la misma sinceridad, compara el leonés con las ruinas de un monumento, de forma que salvarlo es una cuestión afectiva, pero nada práctica.

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