Diario de León

CULTURA

Y el barroco brotó entre el polvo

El retablo de San Pedro de los Oteros escondía una estimable Crucifixión, ya restaurada, bajo un lienzo completamente gris.

La restauradora Marta Eva Castellanos muestra la pintura barroca de San Pedro de los Oteros ya recuperada por completo.

La restauradora Marta Eva Castellanos muestra la pintura barroca de San Pedro de los Oteros ya recuperada por completo.

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E. GANCEDO | LEÓN
León

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«Y una cosa te voy a decir: veremos qué oculta ese lienzo de ahí arriba...». Con estas palabras concluía la información ofrecida en estas mismas páginas el pasado 31 de mayo, cuando el Diario daba a conocer los trabajos previos para acometer la restauración del retablo de la minúscula población de San Pedro de los Oteros. Unas labores que no carecieron de sorpresas —en el proceso de retirada apareció una imagen románica y otra gótica— y en torno a las que Máximo Gómez Rascón, responsable de Patrimonio de la Diócesis de León, barruntaba algún otro posible hallazgo.

Fino olfato el de este veterano experto y director del Museo Catedralicio que de nuevo se ha visto avalado una vez avanzado el proceso de rehabilitación del retablo, ya próximo a su culminación: el lienzo ‘sospechoso’ fue sometido a una intensa limpieza y lo que en un principio parecía una lámina completamente gris comenzó a desvelar secretos... «La verdad es que ha sido una sorpresa total», asegura Marta Eva Castellanos, restauradora del Taller de Restauración de la Diócesis legionense y quien, a medida que iba eliminando capas y capas de suciedad y sacando a la luz, tras un sueño de siglos, unos perfiles por completo insospechadas, fue progresivamente maravillándose hasta que el ‘milagro’ resultó completo: tras aquellas veladuras se ocultaba una inestimable pintura barroca que ahora estrena colores y un recuperado esplendor.

Castellanos explica que el retablo en sí, también barroco, del XVII o más probablemente del XVIII, no cuenta con mérito artístico reseñable, constituyendo una pieza de arte popular de la que Gómez Rascón ensalza, al menos, la intrincada labor de talla y el valor sentimental que obviamente tiene para los escasos vecinos de esta localidad del sureste leonés. «Era un retablo desnudo, eso se hacía en muchas ocasiones: se pintaba y se esperaba, para dorarlo, a un futuro en el que el pueblo tuviera más posibilidades económicas», expresa Marta Castellanos; unas posibilidades que, por lo que parece, no llegaron nunca. Lo que sí llegaron fueron los especialistas del Taller de Restauración para recomponer el retablo, que se encontraba en muy mal estado, reforzarlo y reponerle el cromatismo (por lo que parece, los propios vecinos se encargaban de su pintado de forma periódica). En cuanto al lienzo, éste se colocará en su lugar original, en el ático o parte alta del mueble, y partirá hacia San Pedro cuando la reparación haya concluido, algo que no se extenderá más allá de un par de meses.

Gómez Rascón hizo repaso de la frenética actividad que vive estos días el Taller de Restauración, con siete grandes frentes abiertos entre retablos, pinturas e imágenes ‘en quirófano’ —como el retablo de la ermita de Grandoso, el sagrario de Quintanilla de los Oteros o unas muy meritorias pinturas procedentes San Miguel de Montañán, a medio camino entre los siglos XV y XVI— y pidió algo más de apoyo institucional para un centro que no deja de recibir peticiones de ayuda por parte de los más diversos rincones de la Diócesis. «En estos momentos tenemos tres restauradores y tres becarios de la Escuela de Arte de León, pero para abarcar bien todo este trabajo necesitaríamos, al menos, uno o dos profesionales más», solicitó.

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