Diario de León

El ángel de la guarda de los Hispanos

El fisioterapeuta leonés Emilio Martín forma parte del equipo médico de la selección española de balonmano desde 2013 Su trabajo silencioso entre bambalinas con los jugadores ayuda a que rindan durante el Europeo

Durante el pasado partido ante Bosnia. DL

Durante el pasado partido ante Bosnia. DL

León

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Tiene ya seis medallas —cuatro con la selección española de balonmano absoluta— colgadas en la pared de su clínica de la capital leonesa. Todas las ha logrado como Hispano de pleno derecho aunque, a decir verdad, jamás se ha vestido de corto. Sin embargo, el fisioterapeuta leonés Emilio Martín Alejandre es un fijo en las convocatorias para los grandes torneos de España desde 2013, cuando Manolo Cadenas y Juanjo Muñoz le dieron su primera oportunidad.

Desde entonces ha rendido como el que más en el particular equipo que conforma junto a Daniel Llorente (fisioterapeuta) y el propio Muñoz (jefe de los servicios médicos de la Federación Española de Balonmano). Ahora aporta su grano de arena en la concentración que el combinado nacional pasa estos días en Bratislava —capital de Eslovaquia— donde se disputa el Europeo de Balonmano.

«Empecé con la selección hace nueve años. Cadenas me convocó para un partido de las estrellas y a partir de ahí comencé a viajar con la selección promesas y desde entonces ahí estoy. Luego tanto Isidoro (Martínez) como ahora Jordi (Ribera) siguieron confiando en mí. Que todos ellos contaran conmigo hace que me sienta muy afortunado», señala.

El trabajo de Emilio transcurre en la sombra. Siempre entre bambalinas. «Mi día a día depende de si hay partido o no. Si lo tenemos que competir nos solemos levantar pronto y bajamos a desayunar. El control de las PCR se hace en días alternos. Mi labor comienza ya bien pronto porque algunos jugadores requieren tratamiento desde primera ahora. Al mediodía comemos —entre medias ellos tienen visionado de vídeos de los rivales— y nosotros como equipo médico —Juanjo, Daniel Llorente y yo— en circunstancias normales aprovecharíamos para dar una vuelta por la ciudad, pero con el problema de la pandemia esta vez nos quedamos en el hotel». Para ‘matar’ los tiempos muertos «suelo leer, escuchar música o ver algo de televisión. Estamos en modo burbuja» para evitar males mayores. La rigurosidad en estos tiempos se antoja más necesaria que nunca.

«Luego —continúa— preparamos el material necesario que hay que llevar al encuentro y nos vamos al pabellón con tiempo suficiente para colocarle a los internacionales los vendajes correspondientes o realizar tratamientos previos, movilizaciones o lo que corresponda en cada caso».

La tensión es máxima antes del pitido inicial de los árbitros aunque, como suele decirse, la procesión va por dentro. «Una vez que arranca el partido yo estoy en la grada, cerca del banquillo, animando como el que más a los chavales. Al descanso echamos una mano a Juan Camaño, que es quien se encarga de catalizar todos los aspectos internos de la selección española. Sin él nada sería posible».

«Cuando acaba el partido regresamos al hotel y después de cenar sí que quizá comienza el momento de más trabajo para nosotros porque toca tratar a los jugadores que más cargados estén y al día siguiente, que sería de descanso, pruebas PCR —que las suelen hacer hacia las 9 de la mañana— y de nuevo más sesiones con los internacionales que lo necesiten».

Las sesiones de entrenamiento cuentan siempre con la presencia de estos ángeles de la guarda que velan porque ningún Hispano se quede atrás. Todo funciona como un reloj suizo, pero para cuando aparecen los imprevistos físicos allí están. «Antes de ir al entreno vendamos a los jugadores, nos quedamos allí todo el tiempo por si ocurre algo y de nuevo la misma rutina por la noche».

Un antes y un después

Los Juegos Olímpicos de Tokio del pasado verano marcaron un cambio de ciclo en la selección española. Ilustres veteranos como Raúl Entrerríos colgaban las botas para siempre —una pena que no sean eternos— dando paso así a una obligada reconversión que de momento mantiene el nivel. Uno de los aspectos positivos que destaca Emilio Martín de este nuevo grupo que pelea por lograr el tercer oro consecutivo para España en un campeonato de Europa es que todos cuidan su cuerpo al máximo.

«Aunque la selección se ha rejuvenecido bastante los chavales, que les conocemos desde la base, son mucho de cuidarse y acudir a los fisios para recuperar o realizarse tratamientos».

Todo son buenas palabras para sus compañeros. «Tanto Juanjo como Daniel son grandes profesionales. Creo que los tres hacemos un gran equipo, nos complementamos bien».

En cuanto a la relación del resto de componentes de ‘esta familia’ con Jordi no hay fisuras. «Es fantástica. Los jugadores le respetan mucho y se nota. Es, como quien dice, el general del ejército. El cariño es muy grande». Pocos saben que tras conquistar una medalla, la Federación Española le da una réplica a cada miembro del staff, incluido el cuerpo médico. De esas seis preseas que posee Emilio dos oros ‘los logró’ con la selección española júnior, otras dos de oro con la absoluta —en los últimos europeos— y el resto las de bronce del Mundial de Egipto y de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Camino de las medallas

No tiene dudas este leonés de que España está capacitada para llegar lejos en este Europeo. «Hay que ir paso a paso, no se sabe hasta dónde vamos a llegar. Me gustaría alcanzar la final pero lo importante es afrontar cada partido poco a poco. Ojalá haya medalla y si es de oro mejor porque supondría un hecho histórico. Solo Suecia ha conseguido tres europeos seguidos. Nosotros llevamos dos ya. Pero creo firmemente en este equipo. Es un grupo joven con mucho futuro. Como muchas veces te he dicho son una familia. Los veteranos transmiten ese sentimiento a los jóvenes», subraya.

Buena organización

En cuanto a la organización del torneo insiste en que por ahora «está yendo bastante bien». «El trato es muy bueno y el tema de entrenamientos, de los pabellones y del control covid lo mismo. Nos están facilitando el trabajo. Da un poco de rabia ver los pabellones medio vacíos, me hubiera gustado verlos con más público, como antaño, pero las circunstancias son las que son», finaliza.

Apasionado del balonmano desde bien joven, Emilio Martín Alejandre vive cada duelo de los Hispanos como un aficionado más. Admite que sufre «mucho» desde la grada. Luego, cuando cae el telón mediático, salta a la pista para hacer piña como el que más. Lo de menos es el resultado.

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